Si el Santo, el Cavernario, Blue Demon y el Bulldog son tus únicas referencias en cuanto a lucha libre, te traemos información que cura sobre estos apasionantes encuentros entre los técnicos y los rudos, los rudos, los ruuudos, que hoy resurgen para posicionarse nuevamente en el ánimo popular:
- Hoy puedes interactuar con tu luchador favorito por Twitter o Facebook y comentar después de la pelea qué tan rudos fueron los rudos y qué tan técnicos fueron los técnicos, pero ¿sabías que en los años cincuenta, la lucha era imaginaria para muchos que escuchaban las maromas y los enfrentamientos en las transmisiones de radio?
- Las catedrales de esta religión del costalazo son la Arena México y la Arena Coliseo, pero en casi cualquier ciudad puedes encontrar algún espectáculo de este tipo, donde el objetivo es llevar al contrincante contra la lona durante tres segundos.
- Se permiten las llaves pero está prohibido bajarse del ring. Fuera de esto, la verdad, se vale todo, pues aunque no está permitido dar golpes con objetos ajenos a la misma persona (sillas, mesas), llega a suceder que un luchador sea lo suficientemente discreto para engañar al árbitro o descaradamente evidente para mostrar que los poderosos no respetan las reglas.
- La lucha puede ser en cuadrilátero o en hexadrilátero, en jaula simple o electrificada, encadenados al cuello, femenina o mixta, solos o en relevos de cinco titanes, todos dispuestos a volar desde la tercera cuerda para triturar al adversario de cada quince días.
- La lucha libre también habla de epopeyas mitológicas donde Homero y Aquiles son «Latin Lover» y «Mascarita Sagrada», que siguen los deseos de los dioses del Olimpo Teotihuacano.
- Los nombres son toda una pléyade fantástica y rimbombante: Chessman, Cibernético, La Parka, As de Oros, Octagón, Gronda, El Alebrije con Cuije, Septiembre Negro, Los Guapos VIP, Shocker, Histeria, Místico o Aerostar.
¿A poco no te imaginas cortándole la cabellera a los políticos, desenmascarando a tu jefe, haciéndole una quebradora a tu suegra o al que te cobra la renta? Mantengamos vivo este espectáculo. ¡Vamos a las luchas!
- Información obtenida de: Rosalío Vera Franco, Las maromas del Pancracio, (2008). Mexicanísimo, edición 1, 41-43.