Ya sea en barras con cacahuate y pepitas, en el yogurt, en galletas o hasta en calaveritas, el amaranto es el ingrediente principal de todo dulce mexicano.
Este delicioso producto (que originalmente es una planta y lo que comemos son las semillas mezcladas con miel) tiene un sinfín de propiedades benéficas, es decir, lo que vulgarmente diríamos “un estuche de monerías”.
En primer lugar, es una semilla netamente prehispánica que además de ser uno de los alimentos básicos de aquellos pueblos, poseía un significado simbólico, ya que era utilizado para crear esculturas de deidades para después ser consumidas, como un acto ritual en el que la sociedad era partícipe de la divinidad. Un poco similar al acto de comer la ostia. Esto, por supuesto, no fue bien visto por los españoles, quienes incluso lo tacharon de herejía, por lo que su consumo disminuyó durante la Colonia.
Sin embargo, esta deliciosa semilla ha resurgido con mucha fuerza en los últimos años, ya que se han descubierto sus sorprendentes propiedades nutricionales. Por ello, recientemente el amaranto fue nombrado Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, por la Unesco. Este nombramiento es un reconocimiento no solo a la importancia histórica y cultural del amaranto, sino a sus productores, quienes transforman esta semilla en exquisitos dulces que alegran nuestros paladares.
Aquí te damos 5 razones para consumir este mexicanísimo producto:
1. Es una gran fuente de proteínas. Posee el doble que el arroz.
2. Es rico en minerales como la lisina, que ayuda a la memoria.
3. Posee grasas naturales e incluso es utilizado para elaborar productos light como aderezos y mayonesa.
4. Aporta carbohidratos que te dan energía de manera saludable, es decir, sin subir de peso. Además es una rica fuente de fibra natural.
5. ¡Es sencillamente delicioso y 100% mexicano!