Cuando se rinde homenaje a mexicanos ilustres, hay que dedicar tiempo igualmente a personalidades que hicieron de este país su segunda patria y aportaron en su beneficio todas sus capacidades. Este es el caso del Dr. Norman Ernest Borlaug, personaje no suficientemente conocido en el país, pero con el que se tiene una enorme deuda, ya que gracias a él y a su equipo, México ha desarrollado se producción de trigo de grano pequeño.
El Dr. Borlaug fue una figura impresionante. En término de logros, probablemente fue el científico agrícola más laureado en el mundo. El mayor de estos reconocimientos fue el Premio Nobel de la Paz, otorgado en 1970, por sus trabajos para asegurar la autosuficiencia cerealera de numerosos países del mundo, México incluido. El premio fue dedicado a la paz, merced al reconocimiento mundial que los procesos de paz surgen cuando las comunidades tienen asegurado, como primer requisito, el sustento.
Desde la década de los cincuenta, Borlaug ayudó a montar el programa de Investigación Agrícola de Noroeste, el CIANO, en Sonora. Los frutos tangibles del trabajo de Borlaug y sus jóvenes colegas mexicanos fueron los trigos de paja corta y de alto rendimiento, que hacen al trigo más eficiente en el uso del nitrógeno y producen menos paja en tanto que producen más grano de alta calidad molinera, resistentes a las royas. Estos trigos se difundieron en México desde los años cincuenta y sesenta, y en el mundo a partir de los sesenta y setenta, a partir de los trabajos en el Valle del Yaqui, que desarrollaron miles de líneas mejoradas de trigo que se distribuyeron gratuitamente en el mundo en desarrollo mediante un eficiente esquema, a la vez que se capacitaron a centenares de técnicos de todo el mundo.
Otra innovación fue la utilización, en los sesenta, de los genes de pastos para conferir al trigo resistencia a sequía y salinidad. Curiosamente, a estos trigos no se les llamó transgénicos y no hubo protestas de los grupos verdes, probablemente porque ignoraron esta gran innovación científica. Estos trigos no alteraron la diversidad genética –antes bien, la ampliaron– ni causaron trastorno alguno, pero sí beneficiaron a millones de productores y consumidores.
La investigación triguera encabezada por el Dr. Borlaug transformó el rendimiento y la producción de trigo en el mundo, por ejemplo:
Logró romper la sensibilidad del trigo a las horas luz, de modo que creó trigos insensibles a la duración del día, aptos para diversos ambientes en numerosos países.
Logró incorporar genes de enanismo e hizo a los trigos más eficientes en aprovechamiento de nutrimentos.
Incorporó genes de resistencia a numerosas enfermedades destructivas como las royas y los carbones, asegurando así las cosechas.
Incorporó genes de calidad molinera y panadera.
Incorporó genes de resistencia a sequía, a heladas, a salinidad y a otros estreses.
Ayudó a establecer un sistema mundial de mejoramiento genético y prueba de trigos mediante un intercambio de materiales genéticos y de capacitación de técnicos y científicos que suman ya varios miles en el mundo, todo a partir del cuartel general, que fue el CIANO, en Ciudad Obregón, Sonora, donde se generaron estas semillas mejoradas.
El Dr. Borlaug, un hombre sumamente sencillo y cordial, nacido en 1914 en un pequeño poblado rural de Iowa, fue estudiante en una escuela rural de una sola aula. Entre los reconocimientos recibidos figuran, además del Nobel, entre otros, el Águila Azteca del Gobierno de México en 1968, la Medalla UNESCO, la medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos, la Medalla Presidencial de los Estados Unidos y unos sesenta doctorados honoris causa de otras tantas universidades del mundo, así como distinciones de los gobiernos de unos 25 países y preseas de más de 50 organizaciones civiles internacionales. No exageramos cuando decimos que, sin él, con seguridad el mundo sería más inhóspito y ya se hubieran producido más guerras por causa del hambre. Sus aportaciones son difíciles de medir porque han significado la vida para millones de personas en el mundo. Todo provino del equipo mexicano que él formó y desarrolló durante las décadas que se asumió como parte de este país a partir de 1943, cuando llegó a México. El Dr. Borlaug murió el 12 de septiembre de 2009.