Museo del Templo Mayor

Fachada © Héctor Montaño (INAH)

Capas de historia y relatos conforman el Centro Histórico de la Ciudad de México. Basta pararse en medio de la plaza del Zócalo y recorrer con la mirada todos los edificios que se encuentran alrededor: el Palacio Nacional, cuyos muros albergan los objetos personales de uno de los grandes presidentes de nuestro país, Benito Juárez, junto a los murales de Diego Rivera; el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, fundado por Hernán Cortés; la Catedral de México que se remonta a 1571 y, hasta hoy día, se erige orgullosa e imponente a un lado del que algún día fue el centro ceremonial más importante de los mexicas, el Templo Mayor.

Este sobreviviente del tiempo estuvo sepultado bajo las construcciones coloniales y porfirianas hasta 1914, cuando el arqueólogo Manuel Gamio tras efectuar algunas excavaciones descubrió una esquina (la que se ubica en las calles de Seminario y Guatemala) del antiguo templo de Huitzilopochtli y Tláloc. Esto que apenas era la punta del iceberg, despertó el interés de muchos otros investigadores y arqueólogos, deseosos por desentrañar el mundo subterráneo que escondía el Centro Histórico. Fue hasta la madrugada de 1978 que, por designio de los dioses, unos trabajadores de Luz y Fuerza se encontraron con el enorme monolito de la diosa lunar Coyolxauhqui, este hallazgo motivó las posteriores excavaciones bajo el título de Proyecto Templo Mayor, a cargo del arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.
Los trabajos arqueológicos sacaron a la luz no solo grandes piezas como la de Tlaltecuhtli, deidad vinculada con la muerte y el inframundo, sino infinidad de objetos que dan cuenta, principalmente, de la vida de los antiguos mexicas pero también de otras épocas posteriores a la conquista y anteriores a nuestros días, como la Colonia, la época del México Independiente y el Porfiriato, pues con las excavaciones se encontraron tanto vestigios mexicas –vasijas, braseros, esculturas de los guerreros y deidades –, hasta piezas de porcelana traídas por la Nao de China desde Manila y tan utilizadas por la aristocracia peninsular y criolla, así como botellas de cerveza, monedas, herraduras e, incluso, moldes bucales elaborados por los antepasados de los dentistas.
Asimismo se encontraron gran cantidad de fósiles y restos óseos de animales prehispánicos, muchos de ellos pertenecientes al zoológico de Moctezuma, como el jaguar, los pelícanos, quetzales, colibríes, serpientes, armadillos y coyotes.
Todo este material arqueológico conforma el actual Museo del Templo Mayor que abrió sus puertas en 1987, con el fin de exhibir y resguardar todos los hallazgos que han surgido a lo largo de 100 años de trabajo arqueológico, una prueba de la antigüedad de nuestra sociedad.

© Héctor Montaño (INAH)

Related posts

Inaugura Pablo Ortiz Monasterio, exposición «Tenochtitlan», en el Museo Archivo de la Fotografía

Nuestra Señora de Ocotlán, la advocación mariana adorada antes de la Conquista

Ronan Deasy, el defensor de las mexicanas