El nombre de México ha estado en constante movimiento con lo ires y venires de la historia y procede de un idioma aborigen de América, igual que los de Canadá, Nicaragua, Perú, Uruguay y Chile, a diferencia de Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia o Bolivia, que tienen origen europeo.
Su significado es complejo, ya que existen más de setenta etimologías propuestas y tiene distintas acepciones y significados en las diversas lenguas indígenas.
Gutierre Tibón, en Historia del nombre y de la fundación de México, hace un minucioso estudio de las distintas versiones y afirma que entre todas éstas, las que tienen lunas, ombligos, centros, liebres, conejos y magueyes entre sus elementos son las que corresponden a una interpretación correcta.
México es una palabra mística y poderosa. Es el eco de culturas y civilizaciones que poblaron y dominaron estas tierras. Es el sueño del destino de un universo en movimiento. Es historia y pasión. Multiplicidad de rostros y horizontes, voz enigmática que solamente sabemos pronunciar con el corazón.
Así, encontramos distintas propuestas, como “lugar en el ombligo del maguey”, “en el infierno del maguey”, “maguey cósmico”, “lugar de liebres que corren entre magueyes”, “centro de la región pulquera”, “en el centro del manantial”, “lugar de nobles”, “ciudad de la luna”, “cara de la luna”, “la ciudad que emerge del agua”.
En las distintas lenguas indígenas hay significados tan diversos como “lugar de tunas duras coloradas”, del náhuatl tenochtitlan; “en medio de la luna”, del otomí amadetzana; “lugar del ombligo de la luna”, del mixteco ñuucohoyoo; “lugar del águila y la culebra”, del cuicateco ñacuyaa; “ombligo del mundo”, del tlapaneco mishí; “en el ombligo de la luna”, del náhuatl metzxicco.
“En el ombligo de la luna” es la acepción más aceptada y deriva de metztli, luna, xictli, ombligo, y el locativo co.
La segunda parte del nombre de México Tenochtitlan proviene de tetl, piedra, y nochitli, tuna. Su símbolo, el tunal sobre una piedra, tiene la forma de un corazón humano doble, que representa el corazón del mundo.
Pero más allá del estudio de las lenguas indígenas y de las etimologías, el nombre de nuestro país tiene implicaciones cosmológicas. El ombligo de la luna es el punto donde confluye la fuerza vital del universo y donde se encuentran todos los mundos, a saber: el celeste, el inframundo y el terrestre. México Tenochtitlan es el doble centro, terrenal y cósmico, predestinado como la Gran Morada de hombres y dioses.
México es palabra y pueblo que representa la geometría eterna en que se ordenan todas las cosas, el centro vivo más allá del tiempo y del espacio, amor en expansión hacia todas las regiones del universo. Habrá un momento en la historia en el que hablen los dioses y todo sea sueño en el ombligo de la luna.