Pedro López Hernández
Las ferias suelen ser motivo importante, ya sea para divertirse con amigos y seres queridos, incluso son alternativas planeadas o de último minuto para pasar un buen rato. En muchos países se realizan con propósitos comerciales. En otras palabras, solo hay puestos en recintos y todos ofrecen algo nuevo o bien, la misma opción pero con variaciones.
En México se realizan ferias a lo largo y ancho del territorio. Cada comunidad, municipio, alcaldía, colonia o estado tiene al menos una. Las ferias tradicionales o nuevas se realizan cada día, acompañadas de pirotecnia, música, juegos mecánicos, puestos de pan de fiesta o antojos (desde hot cakes calientes hasta sopes, buñuelos o quesadillas), incluso puestos de canicas o de baloncesto (donde los ganadores se llevan premios).
Lo curioso es que nada detiene la realización de estas, pues se llevan a cabo desde las pequeñas hasta las más grandes, incluso pueden abarcar una cuadra o hasta más de siete y por tanto, no hay paso para los automóviles; también existen las que se realizan en recintos especiales y para entrar a ellas se necesita boleto. Los días en que más concurrencia tiene son los fines de semana y aunque suelen habilitarse desde el viernes o antes, los sábados son los días en que inicia la alegría.
Si hay otra cosa que distingue a estos eventos son las carpas, pues son coloridas y se confunden entre sí, formando un arcoíris. Atracciones extremas o leves, puestos y centros de diversión como maquinitas, lucen estas carpas y además les brindan un toque más alegre. Por supuesto, en todo el país en cada semana se realiza una quermes, lo cual depende de si esta se dedica a fines como el gastronómico, el religioso, o simplemente la conmemoración o la tradición.
Eso sí, hay ferias que han cambiado drásticamente y algunas que quedan en la memoria, pues en la actualidad no se realizan. Las luces, los aromas al transitar la calle, los recuerdos y los estantes son algo que causa alegría, o al menos da otro aspecto. Hay que admitirlo, cuando todo se retira queda una extraña sensación de vacío durante unos días, aunque la espera remplaza a la tristeza o a la cotidianidad.