Pedro López Hernández
A un costado del ex convento franciscano, o catedral de Tlaxcala, se encuentra el Museo Regional del Estado, que pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia, por sus siglas INAH.
El edificio que, a simple vista se deduce, está conectado al antiguo complejo monástico, se enmarca por la calzada empedrada, la cual sirve como llave de acceso hacia él, pues la aventura inicia en la calle de la capilla abierta, donde es necesario ascender, pero los visitantes no serán privados de la vista de la riqueza del arte mudéjar ni de la fuerza de la naturaleza, representada por altos árboles.
Como se ha comentado, el sitio cultural se estableció en una parte perteneciente al convento franciscano, mismo que fue construido como recordatorio de la victoria de la alianza hispano-tlaxcalteca sobre el imperio azteca, cercano a un manantial donde se realizaban rituales prehispánicos de fertilidad, conocido como Chalchihuapan, por la esposa de Tláloc, Chalchiuhtlicue (deidad del agua).
El museo alberga una amplia colección relativa al estado de Tlaxcala, desde la época precolombina con muestras como vasijas y cerámicas, incluso estatuillas que dan cuenta de la producción y de la cultura, igualmente las salas explican momentos históricos como la llegada de pobladores al territorio o el sacrificio de la caravana española en la zona arqueológica de Tecoaque.
Por medio de maquetas interactivas o incluso muestras audiovisuales, es posible aprender. Pero eso no es todo, el lugar es una máquina del tiempo, ya que con objetos como pinturas al óleo en grandes formatos, documentos y otras curiosidades (entre ellas la armadura de un español), el visitante conocerá cuán importante es Tlaxcala y la forma en que se vivieron diversos hechos históricos como la Revolución Mexicana o el Virreinato de Nueva España (economía, costumbres y tradiciones ligadas al catolicismo), inclusive un hecho que marcaría el destino de América, la colonización. Y es que todos los objetos, aunque no cuentan con voz, a su modo expresan diversos conocimientos.
El sitio se divide en 14 salas permanentes (y una destinada para exposiciones temporales), donde se observan objetos que atestiguan la herencia del estado, al igual que su evolución, inclusive algunos que son puente con el viejo continente.
El museo es una buena excusa para viajar cerca de la CDMX o conocer algo nuevo. Al frecuentarlo, es imperdible entrar a la biblioteca anexa al mismo, además existe la ocasión de admirar el artesonado del ex convento, ubicado justo al lado del centro cultural.
Si existe certeza de algo, es que el lugar es un libro, que tras hojear y repasar sus páginas, produce enseñanzas, pero no de una forma común, sino que interactúa con el público para soplar en él polvo del conocimiento.