Pedro López Hernández
La vez que frecuenté Chignahuapan, era un día veraniego bañado de Sol y las montañas conversaban con las nubes, pues las primeras no querían ser cubiertas, sino sobresalir. La carretera estaba despejada y desde lejos sobresalían campanarios que a falta de rascacielos, hacían las veces de estos.
Entonces, cuando estaba cerca, contemplé el monumento a la esfera, igualmente comercios de decoraciones navideñas, las cuales brillaban por el vidrio, material del que están hechas, así como por la luz. Más allá, se alzaba el centro, con una plaza rodeada de portales pequeños. El parque rectangular está franqueado por edificios como el palacio municipal, del cual sobresalen los murales.
Sin embargo, mi vista se perdió un poco más allá, ya que en Chignahuapan existe una construcción atípica, en el sentido de que se rige por normas y principios de belleza que no corresponden a la tradición mexicana. Efectivamente, un quiosco con arcos brillantes y armoniosos, condensan formas semejantes entre sí y con una simetría que resulta exacta en primera instancia. El amarillo, azul, rojo, blanco, naranja, incluso verde, conviven para crear una pieza exquisita, que recuerda a países como Líbano y Arabia Saudita.
Elementos como lunas y estrellas, incluso los barandales, las escaleras y las columnas muestran otro aspecto del pueblo mágico poblano. Resulta curioso, pero se sabe que en 1871 el quiosco fue construido y cuenta con la peculiaridad de que está labrado en madera pura, algo evidente si se contempla detenidamente. Vale la pena recordar que esta obra se rige por el estilo mudéjar, la cual está muy presente en España y países hispanohablantes, debido a la influencia de los moriscos.
Debajo de la construcción hay una fuente que pasa inadvertida, ya que las miradas se las lleva el quiosco, sin embargo es interesante ver que algunas personas toman agua en sus manos, ya sea para jugar con ella o para otros fines. ¿Habrá alguna relación de la fuente con la construcción oriental? Probablemente.
El complejo parece apropiado para leer historias o cuentos clásicos árabes, incluso sirve para mirar, detenidamente, la forma en que la vida transcurre en este asentamiento, como el soplo de un viento silencioso y lento. Sin duda, este quiosco es una joya en el mundo entero, pues recuerda la unión de culturas, que a pesar de las discrepancias o diferencias, se condensan para formar algo indescriptible.