Pedro López Hernández
Tradición, historia y una colección interesante conforman el Museo de Minería, ubicado en el centro histórico de Pachuca. La impresión del lugar es grata, pues su fachada ornamentada con balcones, ejemplifican el estilo neoclásico que impera. Pese a los cables que hay a su alrededor, el sitio se diferencia de los demás por su grado de conservación. El portón oscuro está abierto de par en par, con una dama silenciosa, color bronce, que vigila al cuerpo que la sostiene. El edificio, claro y brillante, parece una fluorita cuando el Sol lo abraza.
“Aquí en las oficinas era una compañía que se llamaba San Rafael y la parte de arriba funcionó como casa habitación. Este es uno de los pocos edificios históricos en buen estado que todavía se pueden visitar. A finales de 1800, ya formalmente la construcción de los documentos que se tiene es de inicios del siglo XX y efectivamente, toda esa parte de la cantera, mármol, herrería, puertas, contrapuertas; todo eso lo complementan con la historia y riqueza del Instituto Minero Pachuca-Mineral del Monte”, señala Erika Gutiérrez Sánchez, guía del Museo y coordinadora de grupos y eventos del Archivo Histórico y Museo de Minería Asociación Civil.
En primera instancia, el museo parece pequeño; aunque esto es parte de las sorpresas que tiene, ya que el patio apenas es la primera parte de esta aventura, donde se notará que Pachuca tiene sangre minera desde su existencia (lo cual conlleva por supuesto, antes de la llegada de los ingleses). El archivo, así como la colección, son extensos, pues hay maquetas realizadas cuidadosamente hasta documentos originales que pertenecieron a trabajadores de las minas de Real del Monte.
El recorrido es extenso, precisamente porque inicia en la primera planta con minerales que muestran la gama cromática de los siete colores que conforman el espectro de luz. Al llegar al segundo nivel, el suelo tiene estrellas rojas y azules con negro, barandales que armonizan con el entorno y puertas alrededor, cada una lleva a conocer el mundo de la minería y las raíces de dos asentamientos, Real del Monte y Pachuca. Desde ahí se explican los inicios mineros a partir de la extracción de obsidianas en el actual municipio de Epazoyucan, con mayor precisión en El Nopalillo.
“En cuanto a las salas en que nos pueden visitar, aquí en el museo de minería la historia es de casi 500 años, comenzando con el periodo colonial, donde el trabajo fue a partir de 1557 hasta 1824, las condiciones eran muy complicadas, los hombres cargaban, en la frente y espalda, una bolsa de cuero con aproximadamente 50 a 60 kilos. No había maquinaria, no hay luz, no hay tanto conocimiento, no hay tecnología. Únicamente fuerza del hombre animal esclavo; y el trabajo de las mujeres en la parte de la superficie. Se creía que si la mujer bajaba, la tierra se encelaba y no le daría al hombre oro y plata en abundancia”; expone Erika Gutiérrez.
El recinto muestra a grandes rasgos la trayectoria minera y cómo se constituyó en la época novohispana con Pedro de Terreros, conde de Regla, quien se convirtió en uno de los hombres más ricos del virreinato. Entre las reliquias que posee el museo hay una escalera, del tipo que se utilizaba durante el virreinato, esto para que los trabajadores pudieran entrar y salir de las entrañas de la tierra. Aunado a ello, se conocen los problemas de salud que desarrollan los mineros y se exponen casos interesantes de esto. Momentos como la inversión estadounidense no quedan en blanco.
La guía comenta: “Es un periodo donde se desprenden varias acciones subsidiarias o filiales y a partir de 1906, llega la compañía norteamericana. Todo el cambio que viene con ellos es de mucha tecnología, sistemas eléctricos de manera subterránea, casas habitaciones, administraciones, incluso con los teleféricos que tenían para ese período y actualmente ya no existen, porque robaban el mineral de las canastillas. Por eso la compañía decide hacerlo de manera subterránea”.
Si lo anterior es extenso, falta conocer la maquinaria que se utilizaba y para ello hay jardines donde se puede contemplar, incluso se respira tranquilidad. En medio del pasto y de los muros de piedra, los objetos adquieren mayor carácter minero y sobre todo, el entorno cobra vida como si de una historia al estilo colonial o inglés se tratara. Cabe recordar que todo esto está a cargo de una asociación.
“En cuanto a la institución, ella cuenta con cuatro museos a su cargo, el museo de minería es el único situado en la capital. El resto están en Mineral del Monte. Cada sitio es distinto, va contando una historia diferente, pero todo en torno a la misma compañía que es la de Real del Monte y Pachuca. A partir de 1995, el Archivo General de la Nación reconoce la labor del museo de minería de esta asociación civil, en la difusión, conservación y resguardo del patrimonio documental que tenemos, escrito y gráfico, así como su apoyo a la investigación histórica y le otorga la mención nacional al mérito archivístico en la categoría del archivo no gubernamental”.
“Hay un bono que puede ofrecer la asociación si deciden visitar cuatro museos. Los precios son muy accesibles y sí quiero hacer énfasis en que son museos que pertenecen a una asociación civil. El trabajo que ha realizado esta ha sido por varios años, desde 1993 en el museo de minería como el primero que se inaugura, pero previo a eso desde 1987 con el rescate del archivo histórico”; manifiesta la coordinadora Gutiérrez Sánchez.
La institución cultural permite conocer ampliamente la labor minera y por qué los trabajadores no son un número más, de ahí su importancia para sostener la economía del país. En estas vacaciones y en cualquier momento, es una gran idea visitar el recinto, pues ayudará a entender un capítulo trascendental en la historia del país.