Ya hablamos de platillos, ya hablamos de postres para la calma, para el encierro, para reconciliarnos con el abrazo del tiempo, también hay que reposar ardores y flotar acompañado de uno mismo con una bebida mañanera de esas en las que México es un maravilloso proveedor. Existen en nuestro país muchos tipos de bebidas maravillosas para disfrutarnos en paz.
Por supuesto, está en lugar preponderante el café, traído por los europeos pero adaptado de manera extraordinaria al sureste mexicano. Te invito a una degustación con café de Chiapas, de Oaxaca, de Veracruz, de Puebla, y aún en otros espacios nacionales se producen algunos excepcionales. ¿Lo prefieres ligero, cargado, con cuerpo, menos intenso? Pues aquí hay para todos, desde Córdoba hasta Tuxtla Gutiérrez y desde las montañas de Oaxaca hasta las laderas michoacanas de las que no se habla tanto. Si nuestro café tiene diversos reconocimientos internacionales y es exportado a muchos países, ¿por qué no preferirlo en México?
Pero podemos pasar también por una taza de chocolate, el mero rey de reyes, donde destaca el de Tabasco aunque los veracruzanos no cantan mal las rancheras y el chiapaneco es extraordinario. A la manera tradicional, con agua, o más contemporáneo con leche, esta bebida a la que nuestros ancestros consideraban de dioses, sigue siendo un regalo de México al planeta y un agazajo para mañanas húmedas o tardes pardas.
¿O quién no recuerda el pinole? Elaborado de modo tradicional a base de maíz, es otra bebida tranquilizante para estar en compañía y puede beberse frío o caliente. Seguramente lo has probado, así que te invito a seguir con esta tradición familiar de tiempos anteriores a la conquista. Al igual que el chocolate, también ahora puede tomarse con leche y a los niños les encanta. Búscalo, no dejemos perder esta bebida tradicional.
El champurrado es otra bebida dulce hecha a base de masa, leche, canela y chocolate, que tiene consistencia y sabor distinto al chocolate. También es muy recomendable para sesiones familiares donde se tejen chambritas y chismes a la misma velocidad. Una taza es como traer a la mesa a las abuelas.
Para infusiones, nosotros también aportamos muchas, empezando con la jamaica, llegada de África pero adaptada a la perfección. Pero también existen cientos de hierbas útiles, como la manzanilla, el toronjil, la hierbabuena, la tila, el romero, la menta o el tomillo. O casi cualquier planta que pueda ponerse a hervir para darle sabor a la vida. Conozco personas afectas al té de níspero, de damiana o de guayaba.
No podemos olvidar los atoles de mil sabores y consistencias, las horchatas heredadas de España y que aquí pasaron por el arroz pero ya tienen diversas variedades, el pozol, el tejate, o el chorote de Tabasco, el piznate de Nayarit, el taxcalate o tascalate chiapaneco, el bupu de los zapotecas —que es una espuma perfecta y muy sabrosa—, y cientos de variedades locales que llenarían varios libros.
Y que conste que no hemos llegado a las aguas ni a los licores y bebidas alcohólicas que hay por cientos y de los que hablaremos próximamente. Estas son apenas unas bebidas para saludar a la vida, para el arranque de la mañana o el cierre familiar en noches de tomar el fresco en la calle. México es también para disfrutarse en familia. ¿Qué te tomas?