México es uno de los países con mayor riqueza lingüística (¿hay algo en lo que México no sea una tierra rica y privilegiada?). Con 68 lenguas originarias más el español, el pasado año 2019 declarado Año Internacional de las Lenguas Indígenas, sirvió para recordar y revalorizar estas joyas lingüísticas que en ocasiones dejamos en el olvido.
De esas 68 lenguas, la que cuenta con mayor número de hablantes en la actualidad es el náhuatl, lenga materna de más de un millón y medio de mexicanos actuales de los cuales el 80% son, además, bilingües (porque, aunque usted no lo crea o no se haya percatado, los verdaderos políglotas de nuestro país son los indígenas).
Hay registros que sitúan el origen de esta lengua allá por el siglo VI (hay quien dice un poco antes o un poco después). Era la lengua de los toltecas y se expandió hacia toda Mesoamérica de la mano de los aztecas por lo que tuvo una época de gran auge entre los siglos XIII y XVI.
La llegada de los españoles a América y a Tenochtitlan fue el comienzo de la pérdida de esta lengua. Pero el náhuatl supo insertarse en la nueva lengua impuesta, el español y todavía hoy los hispanoparlantes utilizamos (a veces sin saberlo) muchas palabras de origen náhuatl, como chocolate, tomate, aguacate, chicle, nana, apapacho, chichón, mezcal, papalote y muchas otras más.
Por cierto, náhuatl significa “sonido claro o agradable”. ¿Será por eso que suena tan bonito cuando uno lo escucha hablar?