Los descubres en las páginas de los libros, de las revistas, y son tan cercanos que hasta parecen reales. Heroínas y héroes que se asoman en nuestra literatura y que nos vuelven socios de sus aventuras, de sus desmanes, de su picaresca. En México también tenemos un Quijote de la Mancha, un Jean Valjean —de Los Miserables—, una Mafalda, y gracias a ellas y ellos hemos viajado por momentos memorables, sintiéndonos parte de las historias.
Con riesgo de dejar a algunos fuera, me referiré a once personajes esenciales en nuestra literatura, tanto en libros y revistas como en caricaturas impresas. Con características distintas, es gozoso reconocernos en sus andanzas y desventuras. ¿Los conoces?
Pedro Sarmiento, conocido como “el Periquillo Sarniento”, uno de los primeros pícaros de nuestras letras, fruto de la imaginación de José Joaquín Fernández de Lizardi.
Juan Preciado, actor fundamental de la obra mexicana más reconocida, quien busca a su padre, un tal Pedro Páramo, entre los vivos y entre los muertos, para vengar afrentas y desatenciones casi eternas. Su búsqueda es uno de los momentos mejor logrados en nuestra literatura.
Tita, una mujer fundamental que lloraba desde que estaba en el vientre materno y que nos conduce a un maravilloso sueño culinario en Como agua para chocolate, de la escritora Laura Esquivel.
Artemio Cruz, tal vez el político mejor representado en nuestras letras, quien desde su lecho de muerte recorre una vida salvaje y abusiva, tan conocida por todos. Un logro excepcional de Carlos Fuentes.
La soldadera, personaje que es todas las mujeres de la guerra y que figura en diversas novelas de la Revolución, una gran dama de los campos que puede, o no, tener nombre y apellido, pero que se hizo parte del inicio de nuestro siglo XX.
Filiberto García, un héroe de gran personalidad, detective privado, inicio fundamental de la novela negra mexicana, personaje principal de El complot Mongol, escrita por Rafael Bernal, una obra que abre nuevos caminos para las historias detectivescas en nuestro país.
El Zarco, líder de la banda de Los Plateados en la novela que lleva su nombre, escrita en el siglo XIX por Ignacio Manuel Altamirano y que aún es un referente de la buena novela mexicana que no pasa de moda.
Galio Bermúdez, contradictorio, a ratos inexplicable, complejo personaje de La guerra de Galio, destacado en nuestra literatura contemporánea, descrito por Héctor Aguilar Camín.
Chucho el Roto. ¿Existió Jesús Arriaga? Parece que sí, aunque sus historias posteriores lo volvieron ficticio, como sucede a muchos. Mítico ratero que vivió más en la radio que en las letras, pero que merece un recuerdo en esta relación.
Kalimán, obra de Modesto Vázquez González, Héctor González Dueñas y Clemente Uribe, es el más típico de los héroes ficticios nacionales, apenas superado por El Santo (a quien no incluyo por tratarse de un personaje real). En el radio y en las historietas, no hubo como él, quien amenaza con volver a usar sus poderes sobrenaturales para salvar a los desvalidos.
Memín Pinguín. Yolanda Vargas Dulché creó este entrañable negrito que es parte de lo mejor de la historieta mexicana. Carismático, simpático, Memín era infaltable.
Estos son, apenas, unos pocos. Iré recopilando más para próximas relaciones, pero se aceptan sugerencias, porque hay muchos grandes actores de nuestras letras que merecen ser recordados por los lectores.