Dos actores sobre el escenario; múltiples personajes en escena.
Verónica Bravo y Eduardo Orozco, de Colectivo Berenjena, dan voz en Asatia a las problemáticas laborales, aspiracionales y personales de toda una generación.
Un joven está escribiendo. Escribe la historia de Paula. Paula es una joven chelista que acaba de terminar sus estudios en la Escuela Superior de Música y que ya tiene un puesto en la Orquesta Sinfónica Nacional. Paula quiere crecer profesionalmente, llegar a lo más alto de la carrera musical y, para ello, no duda en sacrificarlo todo: fiestas con sus amigos, comidas con su familia, relaciones personales… Toca a diario, muchas horas. Toca, se exige, se critica a sí misma, busca la perfección.
Paula siempre está pensando en el futuro, en el próximo paso, en el siguiente logro. Sus miras están puestas en realizar una maestría en Alemania y, algún día, conseguir tocar en la Sinfónica de Berlín. El presente no importa para Paula, es un mero requisito que cumplir para llegar al futuro, al logro, al éxito.
En el escenario, sobrio, austero y, podríamos decir, minimalista, encontramos al joven escribiendo en su laptop y a Paula, que aparece por primera vez con su chelo a la espalda, representando aquello que el escritor planea para su personaje. El joven escritor se va convirtiendo, conforme escribe, en todos los personajes que interactúan con Paula.
Una noche, saliendo de uno de los conciertos de la sinfónica, un amigo convence a Paula de ir a una fiesta. Al final, ella accede y allí conoce a un chico, se enamora. Vemos cómo la trama gira en torno a Paula, al joven que ha conocido y a la historia de amor que se va forjando entre ellos. Paula se relaja, Paula se siente más libre, más feliz. A veces se olvida un poco de su chelo y de su música de tanto sentir puro amor.
Pero lo que parecía una bonita historia de amor está salpicada de reflexiones sobre las aspiraciones profesionales de los jóvenes actuales, sobre la necesidad de reconocimiento social, sobre el éxito que hay que alcanzar. Estos tintes pronto toman el protagonismo y Paula elige su profesión, su carrera y su deseado brillante futuro por encima del amor.
Abandona a su novio, se va a Alemania, estudia su maestría, se encuentra con las frustrantes críticas de unos profesores duros que le hacen percatarse de que no es la mejor. Termina su maestría, se postula a varias orquestas, le dicen que no. En definitiva, se enfrenta al fracaso. Ella que hasta ahora nunca había fracasado y esta falta de éxito se hace insoportable porque no estaba contemplado en la trayectoria hacia el éxito.
La obra, con un estilo fresco y absolutamente natural y espontáneo, muestra y exhibe los sentimientos de toda una generación. Sentimientos que a veces no nos atrevemos a nombrar o que, incluso, no sabemos identificar pero que, si eres joven en este momento, si ya has terminado tus estudios profesionales y estás en la búsqueda de esa oportunidad laboral que te lleve al éxito, has experimentado sin la menor duda.
Toda la obra es una reflexión en torno a la imposibilidad de los jóvenes actuales para vivir el presente, a la identificación del éxito con el reconocimiento social, a la necesidad de éxito profesional como vía para alcanzar la satisfacción y la felicidad. Pero, sobre todo, es una reflexión sobre la insatisfacción a la que todo lo anterior conduce. Parece que hay toda una generación que ha perdido el rumbo, que ha olvidado en qué radica la felicidad y cómo alcanzarla.
Por un instante, hacia el final de la obra, el escritor y su personaje se encuentran en el escenario. En una conmovedora escena, el joven le pide perdón a Paula. Perdón, le dice, yo quería escribir una historia de amor.
Desgarradora, cruda, cruel, Asatia es una obra imprescindible. Una obra maestra del teatro actual que, con unas actuaciones impecables y un guión magistral, refleja con absoluta vigencia y veracidad a toda una generación.
Asatia ha recorrido ya una larga trayectoria. En ésta, su séptima temporada, inició funciones en el teatro El Granero Xavier Rojas del Centro cultural del Bosque el pasado 19 de septiembre y permanece en escena hasta el domingo 13 de octubre.
¡No te la pierdas!
Fotografías: cortesía de Colectivo Berenjena.