Algo tiembla en nuestras entrañas cuando el calendario marca el 19 de septiembre.
Para todos los que vivieron el terremoto del 85, el de 2017 fue una broma pesada del destino que reabrió las heridas. Para los que no vivimos el del 85, pero sí el de 2017, aprendimos ese día dos cosas importantes: aprendimos el dolor de los del 85 y aprendimos que el pasado se repite en el momento menos esperado.
Más allá de los anuales simulacros (siempre necesarios y necesario tomarlos con seriedad) hoy es un día para recordar. Recordar a los que murieron, recordar a los que perdieron sus hogares, recordar a todos los que se vieron afectados de uno u otro modo, recordar a los rescatistas, recordar a las hordas de voluntarios que, por unos días, en dos momentos diferentes de la historia, demostraron que México es uno solo y que juntos y hermanados podemos lograr cualquier cosa.
La historia ya nos demostró en dos ocasiones de lo que somos capaces. No esperemos un evento similar para volver a abrazarnos, para entendernos, para ayudarnos, para tratarnos como hermanos. Hagámoslo todos los días. Nos lo debemos.
Y ahora, un emotivo silencio por todas las víctimas…
Fotografía principal: Archivo General de la Nación