Detrás de la palabra, está la luz, está el espíritu, está el vuelo.
Detrás de la palabra está la protesta, la preocupación, el compromiso.
Detrás de la palabra estoy, estás, estamos, es el vínculo que nos une y el corazón que nos late.
En el centro de nuestras contradicciones y nuestros conflictos, está la palabra para volvernos humanos. No nos alejemos de su abrazo, no le demos la espalda ni le cerremos los oídos.
Pese a la violencia, pese a la sordera voluntaria de muchos, existen en nuestro país promotores de la palabra, cuyo mensaje entusiasta nos hace reconocernos como habitantes de un planeta que puede ser mejor si lo desea. Son muchos, aunque quizá no se vean tanto porque nos gusta más centrarnos en las noticias que arden, las que duelen, las que invitan al escándalo. Hay enormes mensajeros que, desde su trinchera, buscan humanizar el panorama. ¡Chamba difícil la que tienen, en un país que parece no tener ganas de creer en nada!
La desesperanza es un lodo que inmoviliza, y si nos resignamos a suponer que todo es un absurdo, México se hará aún más inhabitable. Pero en las religiones, en el trabajo comunitario, en los medios, en las escuelas, abundan quienes endulzan la palabra y nos alimentan de posibilidades, habrá que acercarnos a ellos, habrá que agradecer su esfuerzo por abrazarnos en palabras para reconciliarnos con lo que podemos ser, habrá que invitarlos a casa, hacerles un espacio, para que siembren flores y no solo para que caven tumbas. No se trata de estar de acuerdo a ciegas, no se trata de ocultar los dolores, no se trata de negar los daños evidentes, se trata de asumir que, pese a todo, podemos hacer que el sol salga y el sol brille, podemos hacer que la gente reconsidere sus actitudes depresivas, podemos abrir puertas y ventanas en un México al que le urge aire fresco.
Expreso por aquí un agradecimiento a quienes han decidido que quejarse no es suficiente y que podemos recuperar el calor humano. Son mexicanas fundamentales, mexicanos esenciales, a quienes hay que presumir más a menudo, gente que no solo busca la paz, sino que también la construye. No haré una lista, para no dejar fuera a nadie y para invitarte a ti, lector y lectora, a que los descubras no por consigna, sino por convencimiento. Verás lo cerca que estás de personajes capaces de colorear el mundo y oxigenar el alma. Asómate.
Fotografía principal: paz de Pimkie, CC BY-SA 2.0