Aunque muchos tienen a fecha de hoy bastante presente los estragos causados por Hernán Cortés y otros conquistadores españoles, también es cierto que a lo largo de los siglos las relaciones entre España y México se han ido suavizando paulatinamente, hasta el punto en el que nos encontramos, de constante colaboración y empatía. Los españoles adoran la gastronomía típica mexicana, que poco a poco han incluido de manera natural en su dieta, y cada vez conocen más elementos de nuestra cultura, las catrinas, las rancheras y numerosas costumbres.
México ha sido también un refugio para artistas españoles que decidieron internacionalizarse empezando por este país, como los rockeros de los años 80-90 Héroes del Silencio o la gran voz de Mónica Naranjo. Antes de eso: Rocío Durcal o Paloma San Basilio acercaron un poquito del estilo mexicano a tierras españolas versionando clásicos. Hoy por hoy La Quinta Estación sigue siendo en España un grupo muy estimado, y actores como Gael García Bernal también son muy respetados por los españoles.
Aquellos que viajan a España regresan con buen sabor de boca, y por norma general se valora la postura de este país en las cuestiones que atañen a Donald Trump y su relación con México. Sí que es cierto que hasta que no se relacionan mexicanos y españoles, las expectativas suelen ser peores, como de un ligero resentimiento, pero un mexicano suele sentirse como en casa al entrar en España, como si ambas culturas se hubiesen enriquecido entre sí, en vez de imponerse una a la otra. Los mexicanos también adoran llevarse algo típico de España a su regreso a México, como sus ricas loterías o trajes relacionados con su folclor.
Por su parte, los españoles tienen como destino deseado para las vacaciones más importantes de su vida las tierras mexicanas: cada año millones de personas viajan con motivo de su Luna de Miel a México, y aquellos que ganan una suma importante de dinero suelen elegir nuestro país para gastarlo disfrutando tanto de las playas y espacios naturales como de la cultura azteca, demostrando el incalculable valor emocional que les reporta un país en el que tal vez les suceda lo mismo: que se sientan como en casa.
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