¿Sirve de algo? ¿Evita la contaminación? ¿Reduce el precio del petróleo? ¿Construye aeropuertos? Tal vez no, eso es mucho pedir, o tal vez es pedir muy poco. La poesía está hecha para otras cosas, como el amor, como la lluvia, como la paz. La poesía importa tan poco que importa mucho, abre huecos para que nos sintamos inmortales, humildes, para que no le pongamos precio a las cosas, para no preguntar por quién votaste.
Leamos poesía un momento. No es dietético, pero no engorda; no exige afinidades políticas ni evita que se te caiga el pelo, pero te deja asomarte al valor de la palabra. En México tenemos enormes exponentes, recomendables para cualquier ocasión, portadores de una buena medicina espiritual. Aquí les dejo cuatro cápsulas, sin receta ni nada, para animarlos a curarse algunas grietas:
Andrés Henestrosa (San Andrés Ixhuatlán, Oaxaca)
Ven a mí…
Ven a mí, acércate,
acércate más, más cerca.
Dame tu mano
y por el camino de mi mano
pásate y éntrate en mi corazón.
Escucha lentamente para que
puedas entender estas palabras
que en mis labios tiemblan.
Verás mis palabras caer en el aire,
como si fueran pequeñas balsas
próximas a naufragar su contenido.
Carmen Boullosa (Ciudad de México)
Filo de luz,
fruta abierta que a la noche
vuelves fuego
y que a la llama cambias en fresco sentido:
llego a buscar tu aliento:
más sedienta:
pozo de amor que me asombras,
cántaro de día
Tu cuerpo pulsado por sí mismo
es en mis oídos viento claro y fresco,
sonido límpido del cobre y del aliento:
eres tus labios rezumantes de lima,
eres tus ojos recubiertos de bruma,
eres tu mano fina ciñéndose cierva:
porque en ti anida el mar, eres su guía,
y de ti la más torpe raíz bebe su espina:
porque tú eres el viento
y eres también la boca virgen
que muchos metros ocultan.
Concha Urquiza (Morelia, Michoacán)
Miente mi corazón cuando te ama…
Miente mi corazón cuando te ama,
hecho intérprete fiel de mi sentido,
como el eco en abismo percibido
que el viento, no la voz, forma y derrama.
Este imperioso afán que te reclama
no en el centro del alma fue nutrido:
me ha turbado sin mí, como el sonido,
es ajeno a mi ser, como la llama.
Cuando la sangre el corazón satura
de sólo tu sabor -término medio
en loco silogismo de amargura-,
inaccesible al implacable asedio,
como trozo de plomo en agua obscura
húndese el alma en silencioso tedio.
Elsa Cross (Ciudad de México)
Amor el más oscuro III
A la desventura voy.
Algo en mí cada día te reconstruye
y me devuelve tu imagen.
Algo me lleva al lugar prohibido
en que te encuentras,
sitio que jamás debió tocar mi pensamiento.
Qué maleficio me extravía
y me oscurece todos los caminos.
A la desventura voy
y no quiero virtud que me confunda,
no quiero fortaleza ni mesura
que me aparten de ti.
Sean desoídas mis palabras
y viéndote
me sea dada tu menor ausencia.
Foto principal: Cortesía Archivo General de la Nación / Hermanos Mayo / AG / 4080.