Crear accesorios de moda a partir de la reutilización de desperdicios de distintas marcas; emplear a mujeres que habitan en comunidades vulnerables; ofrecerles oportunidades de desarrollo laboral y personal, así como herramientas para mejorar su calidad de vida y utilizar las ganancias para becar a niños de bajos recursos.
La Fundación MITZ nació como un sueño de mejorar la situación económica-social de México, evolucionó a ser una idea socialmente responsable y finalmente, hace once años, comenzó como una organización sustentable bajo la dirección de la comprometida y dedicada Judy Achar.
¿Cómo funciona MITZ?
La economía circular es una herramienta que surge de la responsabilidad social empresarial y busca tener productividad sustentable, utilizando como materia prima lo que se iría a la basura normalmente, teniendo presupuestos bajos y productos de calidad que tengan un impacto en la sociedad. La Fundación MITZ trabaja bajo este principio y es gracias al compromiso de su creadora y a la pasión de las mujeres que el proyecto ha tenido éxito y cada vez da pie a mejores cosas.
MITZ no es una fundación caritativa, es un modelo económico productivo que empodera mujeres en situaciones económica y socialmente vulnerables y les da las herramientas necesarias para que se conviertan en empresarias y tomen control de su destino y del de sus familias.
Cuando Judy creó MITZ, presentó su proyecto a los directivos de MARS México y quedaron encantados. MARS es una empresa multinacional que maneja marcas como Turín, Royal Canin, Pedigree, M&M’s, Twix, Skittles y Snickers. Fue allí donde comenzó una alianza poderosa que hoy permite que más de 750 mujeres hayan tenido una capacitación que las certifica como artesanas y les ayuda a mejorar su forma de vida. MARS regala a MITZ todo el “desperdicio pre-consumo” de sus productos, es decir, los rollos de etiquetas de dulces, chicles y bebidas, con las que se trabaja posteriormente para crear accesorios de moda sustentables y con estilo.
Judy Achar aclara que en MITZ no van por ahí recogiendo basura. Todas las etiquetas que utilizan son excedentes de producción, por lo que están nuevas y de otro modo terminarían en la basura. En lugar de eso, ellos las transforman en un producto increíble y reciclado.
Ser originales y creativos con los distintos materiales que reciben es el reto más grande que tienen los diseñadores y el equipo de MITZ. Sin embargo, su mentalidad innovadora y moderna que busca constantemente darle una segunda vida a las cosas, ha logrado productos insólitos, diferentes y que marcan tendencia. Hace un año les regalaron una enorme cantidad de manteles plásticos de un restaurante y los convirtieron en 900 árboles navideños; les comenzaron a llegar catálogos de belleza y decidieron hacer pulseras, aretes y collares con ellos. ¿Botes de yogurt bebible? ¡Floreros! En MITZ el ingenio nunca falta; es un espacio para proponer y compartir ideas, convirtiéndolas en productos bien diseñados con materiales de calidad, durables, sustentables y que, además, tienen una razón de ser insospechada.
¿Por qué “MITZ”?
Hace 16 años, Judy caminaba por Tlapa de Comonfort en la Sierra de Guerrero cuando una joven, que más adelante supo se llamaba Luz María, se le acercó con una bolsa de color amarillo hecha de envolturas de chicle y le dijo repetidamente “mitz, mitz, mitz”, mientras le daba la bolsa. Cuando Judy la tomó, la joven se fue y la dejó con un práctico obsequio en un situación insólita. Luego de investigar un poco, la creadora de la fundación descubrió que “mitz” significa “para tí” en Náhuatl y fue gracias a esa inusual anécdota que más adelante decidió utilizar la palabra como nombre de su empresa hecha para mujeres y que inició con una bolsa de envolturas de chicles para convertirse en una productora de accesorios hechos principalmente de etiquetas de dulces.
La experiencia MITZ
La central de producción y actividades de la fundación se encuentra en Chimalhuacán, Estado de México. Antes se realizaban las actividades de forma dispersa en algunos planteles escolares de la zona, pero fue el año pasado cuando la fundación se centralizó en un edificio para así ofrecer un espacio mucho más apropiado para el trabajo y actividades de las mujeres. Hoy tienen a 60 mujeres en el programa, que gozan de una capacitación personal y profesional y aprenden a valerse por sí mismas. De acuerdo con lo que me contaban Claudia, Natividad y Araceli, MITZ llegó a su colonia como anillo al dedo, pues es un espacio que ofrece justo lo que ellas necesitan.
El modelo está planeado para que las mujeres vayan una vez por semana. En ese día reciben capacitación para realizar las distintas técnicas y se les asigna un número de productos que deben entregar la siguiente semana. Ellas tienen la libertad de decidir cuántos accesorios harán y pueden trabajarlos en el taller o llevarse el material a su casa y entregarlo ya terminado. Además del aprendizaje técnico, la formación de MITZ incluye talleres en los que las mujeres aprenden a ahorrar semanalmente, a cumplir metas a corto plazo, a administrar su tiempo y su dinero y a organizarse. De igual modo, se ofrecen talleres de autoestima, nutrición, salud, belleza, repostería y todo aquello que les sirva para sentirse bien consigo mismas y mejorar su situación y la de su familia.
La primer técnica que se enseña es la de joyería, pues es una herramienta con la que las mujeres pueden producir fuera de MITZ y comenzar a ganar dinero. Posteriormente se enseña la técnica de origami que se utiliza para hacer las carteras, luego se enseña la grapa con la que se hace el tejido para bolsas, carpetas y monederos. Después, las artesanas aprenden a utilizar el gancho para hacer bolsas de playa y finalmente dominan el suaje, utilizado para las esferas navideñas.
La activa producción de MITZ en los últimos años ha permitido que 4000 niños tengan becas educativas y que mujeres de la zona hayan cumplido sus sueños, saliendo certificadas como artesanas y algunas con un Currículum Vitae, cuenta bancaria de ahorros y conocimientos para seguir con una vida de éxito.
MITZ es la única organización mexicana que cuenta con el distintivo internacional “World Fair Trade Organization”, por producir accesorios de excelente calidad, duraderos y a precios muy accesibles. Del precio de venta, aproximadamente el 50% se va para la artesana y el otro 50% se va para las becas de los niños.
Es increíble conocer que el 80% de la producción de MITZ es producto de exportación. La mayor parte de los accesorios se venden a través de Amazon Handmade o en las M&M’s Stores de todo el mundo, mercado que abrió Mars. En México se pueden adquirir también en las Chocoboutiques Turín.
Sin duda, MITZ es uno de esos proyectos que todos deberían conocer. El trabajo de Judy y de su equipo es un grano de arena que hace de nuestro país un lugar mejor. ¡Y qué mejor manera que a través del arte y del diseño! Los productos son únicos, personalizados y en su interior, portan la esencia de cada artesana.
Además de por ser increíbles, diferentes, modernos y prácticos, vale la pena adquirir los accesorios de MITZ porque tienen una inimaginable historia que nos deja sin palabras y con ganas de participar en un proyecto tan sincero, dedicado, honesto y claro, mexicanísimo.