En la antigua China, durante el gobierno de la Dinastía Ming, la poderosa familia Wang mandó construir un templo para habitarlo. Fue allí, en la ciudad de Xiaoqi en donde la familia de mercaderes habitó hasta que se vio desplazada de su hogar. El templo quedó abandonado y se fue deteriorando con el tiempo, perdiéndose entre la modernidad de la arquitectura que lo rodeaba, hasta que en 2010, Ai Weiwei lo compró e hizo de él una forma de manifiesto social contra las injusticias del sistema.
Ai Weiwei es un artista contemporáneo y activista originario de Pekín. En su obra critica constantemente al gobierno chino, a la corrupción interna y a los encubrimientos de tragedias que han involucrado muertes y desapariciones. El gobierno de su país lo desprecia tanto que llegó a destruir y a quitarle su estudio en Pekín. El chino, luego de haber sido encarcelado y desaparecido en 2011, decidió autoexiliarse en Berlín y desde entonces se ha ocupado en mostrar lo que sucede en China y formando nexos con situaciones similares que han ocurrido alrededor del mundo.
Actualmente la exposición “Ai Weiwei. Restablecer memorias” es la estrella bajo el reflector del MUAC (Museo Universitario de Arte Contemporáneo) y es un espacio de reflexión y para hacer memoria y conciencia social sobre la violencia, la manipulación del sistema, el control de los gobiernos, la situación social y política mundial y la forma en la que los conceptos arraigados pueden cambiar la manera de ver las cosas.
La exposición se ubica en una de las salas del MUAC que permite dividir imaginariamente en dos el espacio rectangular. En la primer parte se ubica la reconstrucción de una parte del templo, mientras que en la otra, se plasman los rostros de los 43 de Ayotzinapa y una línea del tiempo y material audiovisual que complementa los temas.
El templo muestra el contraste entre lo viejo y lo nuevo utilizando maderas de distintos tonos y texturas; las piezas de colores pigmentadas con pintura industrial denuncian la producción en masa y la industrialización que es uno de los problemas en China. El mantra confuciano que se erige al centro de la estructura, la equilibra y emana armonía, aunque no se sabe si es el original o uno recreado. Es sorprendente observar una estructura tan grande y tan resistente sabiendo que en ella no hay ni una pieza de metal. Es de igual modo increíble imaginar cómo el artista ha viajado con las piezas del templo para reconstruirlo en salas de exposición.
Por otro lado, la sección de Ayotzinapa es una forma de denunciar las injusticias del gobierno mexicano. El artista compara el suceso con lo sucedido en Sichuan en 2008, cuando muchos estudiantes fueron víctimas de un terremoto pero el gobierno fue responsable de varias muertes y encubrimientos también. En la pared del fondo de la sala se observan 46 rostros, de los 43 desaparecidos y los 3 jóvenes que murieron ese día de septiembre en nuestro país. Al centro de la zona está otra obra que representa a las víctimas de todos estos sucesos. El artista recolectó boquillas de teteras y las plasmó en placas de un color sobrio para honrar a toda la gente que ha sufrido injusticias sociales.
El artista chino es sin duda un revolucionario en el arte que utiliza elementos cotidianos y juega con el significado de las cosas a partir de su ubicación espacial y temporal para denunciar lo que él considera injusto. “Restablecer memorias” es sin duda una exposición interesante que, aunque no es de gran tamaño ni cuenta con muchas piezas, vale la pena visitar, para así reflexionar acerca de la sociedad, el gobierno y la forma en la que estos influyen en la vida cotidiana y son también criticables por medio del arte.
Fotografías: María José Ordóñez Platas