Hoy es una leyenda. Cuando el cielo se pone tenebroso y truena, la gente corre a las puertas de sus chozas para ver a Zapata cabalgando a través de los cielos. Su figura se esboza en las nubes, su voz en los vientos”. – Carleton Beals
Emiliano Zapata nos ha sido siempre presentado como el libertador de la tierra, el caudillo del sur, revolucionario morelense y excelente charro con bigote característico. Sin embargo, otros no lo consideran más que un “Robin Hood” que robaba a los ricos para dárselo a los pobres; un campesino revoltoso que junto con su homólogo norteño, Pancho Villa, inició una revolución que cambiaría por completo la historia del país.
El caudillo nunca cambió sus ideales y siempre luchó de forma fiel a sus creencias y a lo que prometía a sus seguidores. Debido a su terquedad, nunca tuvo socios fijos ni trabajó en conjunto con otros revolucionarios que tenían intereses dispares. Peleó desde Cuautla hasta el Ajusco y siempre buscó “tierra y libertad” para el pueblo.
La leyenda cuenta que Zapata nunca murió, que sabía del peligro que corría en 1919 y huyó a Arabia antes de que algo le sucediese. Algunos expertos afirman que el cuerpo que se encontró no era el del caudillo, pues carecía de una característica cicatriz en la cara que el morelense portaba siempre con orgullo. Haya o no haya sido verdaderamente el cadáver del revolucionario, la tradición lo ha mantenido vivo y su imagen ha sido utilizada como emblema de grupos y partidos políticos desde entonces.
Zapata fue sin duda “un personaje de película: charro enamoradizo, hombre de tercas convicciones, valiente y atrabancado, cariñoso pero explosivo, que murió con la misma fidelidad a la tierra con la que vivió, dando origen a una leyenda que, a partir de entonces, reivindica en su nombre todas las luchas agrarias” (El mexicano el año, Editorial Paralelo 21).
Zapata vive a través del arte, las pinturas, las imágenes, los poemas, las novelas y los corridos. Su memoria se conserva y su lucha sigue en pie. Hoy, a cien años de su muerte, lo honramos con uno de los corridos más célebres que relatan su trágica muerte, si no es que el caudillo del sur en verdad escapó de “la flaca”.