Chiapas es uno de esos estados con tantas cosas que ver, que habría que mudarse un tiempo allá para poder explorarlo todo. Siempre existe entusiasmo al tener la oportunidad de visitar San Cristóbal de las Casas, el Cañón del Sumidero, Palenque o la Selva Lacandona, pero ¿quién toma en cuenta al Templo de Quechula dentro de su itinerario chiapaneco? Muy pocos, si no es que nadie, pues no se tiene noción de su existencia ni de la grandeza que compone a este espacio histórico y natural, muestra ideal de la convivencia humana con la naturaleza.
Navegando por el caudaloso río Grijalva, se erige de pronto una estructura colonial que brota del agua y parece estar flotando. ¿Será posible? Sí, el Antiguo Templo de Santiago tiene características que lo hacen parecer irreal y producto de la imaginación, salido de un cuento y demasiado bueno para ser verdad.
En 1564, luego de la llegada de los españoles, la orden sacerdotal de los dominicos decidió que se necesitaba un templo para honrar al Santo Patrono del pueblo, San Santiago. Fue entonces cuando bajo la supervisión de Fray Antonio de Pamplona, se comenzó a erigir el templo novohispano que 400 años después quedaría escondido bajo el agua debido a la construcción de la Presa Hidroeléctrica Netzahualcóyotl en Malpaso, Chiapas.
Para poder ver la iglesia hasta la mitad, el agua del Grijalva tiene que bajar su nivel unos 25 metros, como sucedió en 2003 cuando emergió por primera vez desde la construcción de la presa y fue un espectáculo para los habitantes del pueblo, convirtiéndose así en un atractivo para los turistas. Cuando baja el nivel del río, principalmente en los meses de agosto, septiembre y octubre, se pueden disfrutar y apreciar los restos del templo dominico con uno de los guías regionales, que son en realidad pescadores cambiando su profesión debido a los cambios en su entorno.
El templo es una “joya de la arquitectura religiosa mexicana” según el arqueólogo Carlos Navarrete, quien resalta la belleza de los acabados y de la estructura del recinto dominico del siglo XVI. Fue un refugio de las comunidades indígenas zoques y un espacio para la evangelización novohispana. Recorriendo la zona uno encuentra también árboles emergentes, aves, patos y garzas, por lo que se logra tener una completa experiencia que conecta al ser con la naturaleza.
Fotografía principal: Facebook Quechula, Chiapas