¡Sorpresas que nos da la historia y que nos invitan a acercarnos a ella! Trabajando para nuestro último libro, “Los personajes del virreinato”, me encontré con Isabel Moctezuma, personaje que da para hacer una serie de televisión, y a la que olvidamos sin motivo, cuando fue un vínculo fundamental en los primeros años de la historia novohispana.
Para empezar, Isabel podría haber sido la mujer más rica de la Nueva España, si consideramos que se le concedió, en 1526, la Encomienda de Tlacopan, los derechos de tributo sobre una impresionante franja territorial que iba del altiplano desde Tacuba y de Azcapotzalco hasta Cuautitlán y Tula. O sea que haría palidecer a Carlos Slim. Pero eso no es todo, este personaje cuyo nombre prehispánico era Ichcaxóchitl Tecuichpo, «la hija del Señor», fue la hija preferida de Moctezuma II, nieta además del Señor de Tlacopan, por lo tanto proveniente de doble nobleza y heredera principal del emperador mexica.
Isabel fue, literalmente, compañera de los grandes actores de la Conquista, pues estuvo casada con Cuitláhuac y Cuauhtémoc, fue protegida –y casi esclava– de Cortés, quien determinó bautizarla como Isabel y, tras tener con ella una hija, la ofreció en matrimonio a Alonso de Grado.
Los derechos de Isabel fueron uno de los cuatro concedidos a perpetuidad por derechos de nobleza a los herederos mexicas, y provocaron más tarde uno de los litigios más largos de nuestra historia entre sus descendientes (un hijo con Pedro Gallego y cinco con Juan Cano, quinto y sexto de sus esposos), y más tarde contra las autoridades, exigiendo el pago de los fabulosos derechos heredados que les había reconocido la Corona Española.
Isabel-Tecuichpo era un símbolo importante para Cortés, no solo por tratarse de la hija predilecta de Moctezuma II, sino por conservar una imagen influyente sobre la población. El mensaje que se enviaba con su cautiverio y su dependencia de los españoles era profundo.
En Isabel se ejemplifica el complejo proceso de aculturación sufrida por los habitantes originales de Mesoamérica tras la derrota, la aceptación a la nueva realidad, a la religión impuesta, al mismo tiempo que mantenían muchas de las costumbres y tradiciones originarias. Al paso de los años, Isabel se volvió una profunda creyente, reconocida por su religiosidad católica y el celo en el que buscó educar a sus hijos bajo esa fe.
Personaje fundamental de nuestra historia, Isabel fue la personalidad destacada en aquel año de 1526. De acuerdo con sus biógrafos, falleció alrededor de 1550.
Historias como esta abundan, muchas de ellas las recopilamos en «Los personajes del virreinato», que busca ser una charla amena entre cuates, más que un estudio tedioso sobre nuestro pasado. Anímate a recorrer esa parte de la historia mexicana, porque de ahí venimos, de ahí heredamos muchos vicios y cualidades, está en nuestro ADN.
“Los personajes del virreinato” ya está a la venta en librerías, o llámanos al 5616-0771.
Foto: Gabriel Gallardo.