Tenía 11 años cuando escuché mi primera canción de Natalia Lafourcade, fue el tema principal de la película Amarte duele. Como mis papás no me dejaban verla, porque estaba muy chico, mis primos y yo conseguimos una copia del DVD, una versión mexicana de Romeo y Julieta ambientada en la ciudad entonces llamada Distrito Federal, y la vimos a escondidas, uno de mis primeros actos de rebeldía puberta. Hay varias cosas que se me quedaron grabadas de esa película, como Poncho Herrera actuando de niño rico con el pelo güero oxigenado. Una de ellas fueron las canciones de Natalia en la banda sonora, rolas de pop mexicano muy pegajosas.
Después de eso le perdí la pista por un buen rato… hasta que salió su disco de 2015, Hasta la raíz. Con ese álbum redescubrí su música y, de paso, me convertí en su fan. Si alguien más le ha seguido la pista a la discografía de Natalia, sabrá bien de lo que hablo. Pasó de ser una cantante que hacía buen pop con tintes rockeros a una artista propositiva y consolidada, que con su obra celebra la música latinoamericana y, especialmente, la mexicana. Sus últimos discos y colaboraciones son una gozada, una exploración de esas raíces musicales profundas que muchas veces olvidamos por la influencia de la música extranjera.
Sin más que decir, les dejo una lista de mis canciones favoritas de cada disco de Natalia Lafourcade, pues el talento de esta chilanga con corazón jarocho tiene que ser celebrado.
Natalia Lafourcade (2002)
Su álbum debut es puro rock-pop, con canciones divertidas que la llevarían a formar la banda llamada La Forquetina poco después, que duró apenas dos años.
“En el 2000”
No podía ser otra. Fue un himno adolescente para todos los que crecimos en la década de los años 2000, con sus letras sobre rebeldía y frustración adolescentes, y momentos geniales y representativas de su época, como el verso profético: “no tengo un hombre ni a Gael García”, el rompecorazones de principios de la década, que parece que predijo la participación de los dos en los Óscares de 2018. Yo me acuerdo de cantarla en las fiestas de niños a las que iba, cuando se bailaba en circulito y todo se acababa a las 10 de la noche, 11 si habías tomado mucha Fanta.
De pilón: “El destino”.
Hu Hu Hu (2009)
Después de que se desbandara La Forquetina, Natalia se fue un tiempo a Canadá, donde empezó a explorar con otros sonidos, un primer paso que la llevaría al estilo que terminaría por consolidar en Hasta la raíz.
“Azul”
Para situarlos en la época en que salió este sencillo, solo basta decir que fue un exitazo en MySpace. La canción rompe con el estilo rockero que popularizó a Natalia en su primer disco y, en sus seis y medio minutos, incluye momentos que suenan al indie rock en inglés que era tan popular entre los chavos de ese momento. A mí, en lo personal, me recuerda mucho a la música de la británica Lilly Allen, con prevalencia del piano y versos que hablaban del sentimiento de incomodidad que nos invadían cuando estábamos en la prepa.
De pilón: “Ella es bonita”.
Mujer divina – homenaje a Agustín Lara (2012)
Aquí fue cuando Natalia fue iluminada por la musa de la música tradicional mexicana, encarnada en el espíritu del “Flaco de oro”, Agustín Lara. El disco, como bien dice título, es un homenaje a uno de los compositores más queridos de los mexicanos, para el cual reclutó a otros artistas latinos, que colaboraron con ella para cantar algunos de sus más grandes éxitos.
“Mujer divina”
Basta con escuchar los primeros arreglos de la primera canción del disco para quedar completamente seducido por él. ¿Quién diría que “Mujer” sonaría tan bien cantada por el líder de Los Babasónicos –Adrián Dárgelos– y Natalia Lafourcade? Es un microcosmos del proyecto, que se mantiene fiel al sentido original de las versiones de Lara, pero les da un sonido fresco, que acerca su obra a los jóvenes que no tuvimos la suerte de compartir años con el prolífico cantautor, cuyas letras románticas y juguetonas no han perdido relevancia.
De pilón: “La fugitiva”, pero todas son increíbles.
Hasta la raíz (2015)
Tras regresar a la vida a Agustín Lara con ayuda de otros músicos latinos, el siguiente proyecto de Natalia fue este disco solista, en el que se notan las influencias de grandes figuras de la música latina como la chilena Violeta Parra y la tica Chavela Vargas.
“Hasta la raíz”
Sé que es la respuesta fácil, pero no había de otra. “Hasta la raíz” resume a la perfección las intenciones de Natalia con el disco: volver a sus raíces, esas que encontró con la ayuda de Agustín Lara en Mujer divina. La canción celebra a esas personas que nos marcan, para bien o para mal, cantada por Natalia con una voz que implora, sobre arreglos de guitarra sombríos.
De pilón: “Nunca es suficiente”.
Musas (Un Homenaje al Folclore Latinoamericano en Manos de los Macorinos, Vol. 1) (2017)
Como dicen los gringos: “Si no está roto, no lo arregles”. Natalia siguió explorando el pasado de la música latina en este disco, que hizo en colaboración con el dúo de guitarristas llamado Los Macorinos, favoritos de la fallecida Chavela Vargas.
“Mi tierra veracruzana”
Aunque nació en la capital de nuestro país, Natalia creció en Coatepec, Veracruz, por lo que el son jarocho es una fuente de inspiración fundamental en su música. En esta canción expresa el amor por su tierra querida, anhelando volver a probar sus sabores, y mirar los colores verdes de la vegetación y azul del mar.
De pilón: “Tú sí sabes quererme”.
Musas (Un Homenaje al Folclore Latinoamericano en Manos de los Macorinos, Vol. 2) (2018)
La continuación del disco de 2017 es tan bueno como el primero.
“Alma mía”
Con los arreglos prodigiosos de las guitarras de Los Macorinos como acompañantes de su voz, Natalia canta sobre el anhelo que siente de encontrar un alma como la suya, sola y llena de sufrimiento, y se imagina la dicha que sentirían las dos, libres de la soledad. Si con eso no les dan ganas de llorar, nomás pongan el video, situado en un asilo de ancianos, con Natalia cantándole a los viejitos, que la siguen a coro… a ver si aguantan…
De pilón: “De nacimiento”.
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Foto principal: «Town Hall: Alondra de la Parra and Natalia Lafourcade«, por Steven Pisano, CC BY 2.0.