Desde Berlín.
Interior. Sala de proyección. Jueves por la mañana.
Son las 12 del medio día y la sala del Berlinale Palast está completamente llena para la función de prensa de Museo de Alonso Ruizpalacios, la primera película mexicana que compite por el Oso de Oro desde que lo hiciera El premio de Paula Marcovitch hace 7 años. Antes de eso, hay que remontarse al 2008 cuando Fernando Eimbke presentó Lake Tahoe en concurso.
De entonces hasta ahora han pasado muchas cosas en el mundo con los cineastas mexicanos y el prestigio ganado a fuerza de calidad, trabajo y premios, va mucho más allá de tres nombres propios que brillan con merecimientos y luz propia en Hollywood. Los triunfos se han repetido en los últimos años también en Cannes, Venecia, Tesalónica o Sundance, y el regreso de Ruizpalacios a Berlín, donde ganó la Cámara de Oro con su ópera prima Güeros hace 4 años, no es una casualidad.
La crítica está interesada en la cinta mexicana y lo que ve en pantalla no los decepciona. En poco más de 2 horas la película cuenta la historia de dos jóvenes estudiantes de veterinaria, vecinos de Ciudad Satélite, que, aburridos, en una tarde de ocio deciden planear un robo el Museo de Antropología.
Lo que sigue es un cuento que, si no se tratara de México, podría calificarse de absurdo o surreal. Al sorprendente asalto le sobrevienen una serie de situaciones en las que los protagonistas, Juan y Wilson, interpretados por Gael García Bernal y Leonardo Ortizgris, intentan inútilmente vender las piezas sustraídas del museo mientras las autoridades los buscan tras calificarlos como una sofisticada banda internacional de ladrones de arte.
Siguiendo la estela de su exitosa predecesora, la nueva cinta de Ruizpalacios utiliza un montaje ágil y un tono desenfadado para construir un relato divertido que se aleja de pretensiones y acartonamientos formales y encuentra, en la ligereza de tono y naturalidad de los diálogos, sus mejores momentos (la recolección de lo necesario para el robo y el asalto mismo que resultan memorables).
Aplaudida al final de la proyección de prensa, aunque vaticinar premios es complicado en los festivales, es un hecho que Museo dejó muy buen sabor de boca por acá y que su participación en Berlín es una muy buena noticia para la industria nacional. Ante todo, en Ruizpalacios hay una voz fresca, fuerte e interesante que seguirá dando mucho de qué hablar los próximos años.
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