A lo largo de su historia la ciudad de Veracruz ha sido testigo de gran cantidad de sucesos interesantes en el desarrollo de nuestro país, la gran mayoría relacionadas con su situación de puerto. Este es el caso del ataque pirata del que su población fue víctima en 1683.
Para mediados de ese año, Laurent de Graff, un pirata de nacionalidad holandesa y llamado comúnmente “Lorencillo”, junto con otros capitanes piratas como Nicolás van Horn, comenzó a planear un ataque a la rica ciudad de Veracruz, lugar al que arribaban mercancías provenientes de Europa y por donde salían los preciados cargamentos de plata novohispana con rumbo a España. El plan era bastante ambicioso, dado que en los días siguientes llegarían al puerto barcos de una flota que venía desde Sevilla. Laurent y sus hombres intentarían aprovechar la oportunidad para engañar a los habitantes de la ciudad portuaria al hacerse pasar por esas embarcaciones.
Así pues, al atardecer del 16 de mayo de 1863, llegaron a Veracruz doce barcos con la aparente intención de atracar en el puerto, los habitantes del lugar, pensando que serían los barcos de la flota española u otros que venían desde Caracas con cargamentos de cacao, decidieron dejarlos acercarse al puerto. Una vez logrado este objetivo, los barcos no atracaron y se mantuvieron en el mar, cosa que, si bien levantó sospechas, no generó mayor reacción entre las autoridades y los habitantes de Veracruz.
El engaño funcionó y con la caída de la noche, los hombres de Juan Jacques, Nicolas Grammont, Nicolas Van Horn y Laurent de Graff, pudieron desembarcar al amparo de la noche, bajaron a las lanchas y tocaron tierra a una legua del puerto. Fueron un total de 800 hombres armados, los cuales aprovecharon la oscuridad para acercarse a las murallas. Alrededor de las cuatro de la mañana, antes de los primeros rayos de sol, los asaltantes comenzaron la rápida toma de la ciudad. Los guardias, que fueron completamente sorprendidos por los piratas no pudieron hacer mucho y para el mediodía las peleas cesaron, el puerto jarocho había sido tomado.
Tras esto comenzaron seis días de continuos destrozos y robos sin que los veracruzanos pudieran hacer algo, los hombres de Laurent se dedicaron a saquear todo: casas particulares, almacenes, mercados, nada se salvó. Los piratas pasaban por todas las casas y a base de hachazos entraban para robar lo que podían, además de sustraer a los habitantes de sus casas y llevarlos a la iglesia mayor, donde ya se había refugiado una parte de la población, resultando en un hacinamiento muy grave dentro del templo.
Los habitantes de la ciudad estuvieron en esta situación hasta que los hombres de “Lorencillo” decidieron dar por terminada su estancia en la ciudad. Los bucaneros pedían un millón de pesos o de lo contrario quemarían la ciudad; sin embargo, tras arduas negociaciones, el rescate se redujo a ciento cincuenta mil pesos, a pagar en un plazo de diez días. Como garantía tomaron veinte rehenes y los llevaron a la Isla de Sacrificios, donde los mantendrían presos hasta que se cumpliera con el rescate.
La noticia del ataque y saqueo de Veracruz llegó a la Ciudad de México con cuatro días de atraso, y, en cuanto lo supo, el virrey Tomás de la Cerda y Aragón ordenó que los vecinos de la capital del virreinato que tuvieran entre 15 y 60 años tomaran las armas, además comisionó a los oidores Delgado y Solís para que condujesen a Veracruz a las tropas que marcharían a desalojar a los piratas del puerto, desafortunadamente cuando llegaron ya no había enemigo que combatir.
Por su parte, los piratas se retiraron de Veracruz tras robar la ciudad durante seis días continuos. En el camino de regreso, los piratas se encontraron con la flota proveniente de España, la cual ni se inmutó ante la presencia de los piratas, dejándolos huir con sus riquezas y continuar aterrorizando las costas del Golfo de México, situación que algunos estudiosos creen dio origen a la conocida canción de “La bamba”.
Ilustración: Guillermo Prestegui