Por Ricardo Rubiales, este artículo apareció en el número 108 de Mexicanísimo.
A principios de los años noventa varios museos en México se encontraban a la vanguardia en el desarrollo de proyectos para la inclusión de diversas comunidades vulnerables al quehacer de los museos.
En lo específico, la mayoría de estos programas atendían diversos grupos de personas con discapacidad. Si bien algunos de ellos hoy ya no existen, como el “todos somos diferentes” que realizó Papalote Museo del Niño por más de una década, aún se mantienen esfuerzos importantes en diversos museos por incluir y brindar atención a estos grupos de personas.
Actualmente podemos mencionar la experiencia sobre el fenómeno de la luz diseñado para invidentes que desarrolla el Museo de la Luz o el de “Toca una obra de arte” que propone el Museo Nacional de San Carlos y la serie de actividades que realiza el Museo Soumaya en su proyecto “Arte para todos” entre muchos otros espacios en nuestro país.
En ese sentido, todo museo debe contar no solo con la infraestructura a nivel arquitectónico para atender a los diversos públicos (rampas, elevadores, etcétera), sino también debe proveer de todos los medios y herramientas para la comunicación efectiva (cédulas en braille, audioguías especializadas y más) y la atención a todos los grupos de personas con discapacidad.
Desde la perspectiva de la museología de vanguardia este concepto de inclusión y accesibilidad debe alcanzar también a otros públicos como los grupos socialmente marginados, los inmigrantes o las poblaciones indígenas entre muchas otras comunidades que requieren estrategias para el acceso a los patrimonios tangibles e intangibles en nuestro país.
¿Uno o muchos públicos?
Un primer elemento que debemos mencionar es el paradigma sobre la inexistencia del “gran público”. En el siglo XX se concebía que existía un “publico en general” y era común que las exposiciones respondieran efectivamente a este “gran público”, justamente los programas para personas con discapacidad iban dirigidos a estos grupos que no eran parte de ese “gran público”.
Hoy sabemos que las exposiciones tienen siempre un destinatario y el diseño de una exposición debe incluir a los diversos públicos, a todos. Sin embargo, en muchas ocasiones, el diseño museográfico se enfoca más en la calidad estética que en el uso de las personas del espacio. ¿Lo habías considerado?
Por ejemplo, observa el espacio de una exposición: ¿existen “cuellos de botella”? ¿Te parece “rara” la organización de las piezas? ¿Te pierdes en la exposición? Una enorme cantidad de museos en México carecen del mueble fundamental para cualquier visitante: ¡la utilísima banca para descansar en medio del recorrido!
Una clave para la inclusión, en términos museográficos, es la observación de los públicos en cada propuesta, esta implica trabajo y una real preocupación de que las personas que asisten al museo encuentren sentido de la experiencia. Por ejemplo, consideremos la extensión de los textos: ¿Son demasiado largos? ¿El lenguaje es adecuado para nuestro público? ¿Hemos considerado utilizar diversos niveles de información como incluir hojas de sala? En México sabemos que nuestros visitantes prefieren textos concretos y con un lenguaje claro. Aunque la extensión más adecuada es de entre 400 y 600 palabras como máximo, he encontrado textos en las exposiciones con más de 2 500 palabras (que implican varias cuartillas).
De pilón
El Concilio Internacional de Museos ICOM dependiente de la Unesco, que reúne a más de 35 000 profesionales, cada año entrega el premio “Museos para todos” con el que reconoce la importancia de la accesibilidad en los museos.
Museografía incluyente
Cuando realizo talleres con los profesionales de museos propongo algunos ejercicios interesantes. Por ejemplo, tres actividades básicas: visitar el museo en una silla de ruedas, después hacerlo en compañía de un niño de cuatro años y en otro momento con dos personas de más de 65 años de edad. Es fácil imaginar lo que ocurre: las necesidades de cada visitante son muy distintas y por lo general la forma “tradicional” de las exposiciones no responde a ninguna de ellas. En casi todos los casos, los profesionales diseñaban las exposiciones en “papel”, pero se les dificultaba comprender el uso de los públicos del espacio y no habían observado las dinámicas que se vivían dentro de la sala de exposición.
Es importante recalcar la importancia de la inclusión para la museología. De ninguna forma los museos son espacios exclusivos para los que estudian arte o historia. Según el ICOM todo museo debe proveer herramientas y estrategias de acceso a todos sus públicos. Ese es el corazón del quehacer museístico.
Podemos mencionar otros sentidos de inclusión, tal vez más arriesgados. Un ejemplo es el proyecto del Museo del Palacio de Bellas Artes en la plataforma Spotify. La propuesta provino de la observación de un importante grupo de jóvenes que asistían a las exposiciones utilizando sus audífonos. Por lo que se invitó a diversos artistas (Como Natalia Lafourcade, Roco de La Maldita Vecindad y Quique Rangel de Café Tacvba), quienes visitaron una exposición y crearon diferentes playlist que se podían escuchar a través de la plataforma —con audífonos puestos— mientras se recorría la exposición. Esta inclusión de ciertos grupos generacionales a través de las nuevas tecnologías es importante, en el mismo sentido que es importante incluir a las familias con niños pequeños a través de un espacio para el descanso o una zona de consulta donde otros públicos puedan conocer más sobre el tema de la exposición.
Al servicio de los visitantes
Estas perspectivas se refieren a un concepto en museología que se define como el Museo Responsivo y que implica directamente esta sensibilidad a todas las audiencias y revela la complejidad que debe sostener el trabajo de todo museo. Uno de los elementos fundamentales es esta idea de reciprocidad entre los usuarios y los museos. Si bien en nuestro país no existe un proyecto de investigación de públicos sistematizado y operante es posible que seamos los visitantes los que tendamos puentes de comunicación más eficaces, que permitan a los profesionales observar las necesidades y reflexiones que tenemos al visitar los museos.
El futuro de la inclusión en los museos está lleno de posibilidades. Este año la celebración del Día Internacional de los Museos (18 de mayo) llevó por tema “Historias controvertidas: decir lo indecible en los museos”. Las implicaciones de este tema invitan a reflexionar sobre el museo como un catalizador para los intercambios culturales, la cooperación y el diálogo. Esta perspectiva nos lleva mucho más allá del “museo-vitrina”, aquel que solo existe para “exhibir” algún tipo de colección. Reconoce al museo como un agente social, como un catalizador de cambio. ¿Hasta qué punto el museo puede aportar o enriquecer a las discusiones y reflexiones sobre un tema actual? ¿Qué implica que el museo abra las puertas e incluso salga de sus muros como otra voz facilitadora de aprendizajes y entendimientos mutuos?
Este enfoque refiere a la sociedad y el impacto que la acción cultural tiene en la misma. Pero a niveles micro, en cuanto a las personas, el paradigma de la inclusión que viene es en considerar al visitante como co-autor de las propuestas de exhibición.
¿Lo imaginas? Los visitantes no solo en esta acción de caminar, observar y guardar silencio, sino participando a diversos niveles en la construcción de una exposición.
Museos accesibles
En la Ciudad de México existe un programa llamado Red de Museos para la Atención a Personas con Discapacidad, en la cual se encuentran 30 recintos inscritos. Te compartimos algunos de ellos y los servicios que ofrecen:
Museo Nacional de San Carlos
Visitas sensoriales guiadas ✓
Sala táctil ✓
Talleres especializados de pintura y escultura ✓
Préstamo de sillas de ruedas y bastones ✓
Elevador y rampas ✓
Acceso con perros guía ✓
Entrada gratuita a personas con discapacidad ✓
Museo del Estanquillo
Recorridos para personas con cualquier tipo de discapacidad ✓
Elevador ✓
Textos en braille ✓
Talleres y cursos para débiles visuales✓
Visitas guiadas en lenguaje de señas (domingos) ✓
Museo de Arte Popular
Elevador ✓
Visitas guiadas en lenguaje de señas ✓
Réplicas de obras para tocarse ✓
Textos de exposiciones temporales en braille ✓
Foto Museo Cuatro Caminos
Recorridos para personas con cualquier tipo de discapacidad ✓
Elevador y rampas ✓
Museo de Historia Natural
Rampas y elevador ✓
Sanitarios accesibles ✓
Préstamo de sillas de ruedas ✓
Museo y zona arqueológica del Templo mayor
Préstamo de silla de ruedas ✓
Visitas guiadas para personas con discapacidad visual, motriz e intelectual ✓
Réplicas de obras para tocarse ✓
Ricardo Rubiales. Ha trabajado en diversos museos de México, en la búsqueda y aplicación de teorías educativas de vanguardia de herramientas, ambientes y estrategias de interpretación al público.