Hoy se cumplen 80 años de la llegada a nuestro país del político e ideólogo de la revolución marxista de 1917, Lev Davídovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky. Su casa en Coyoacán, sobre Avenida Río Churubusco, fue convertida en museo en 1990 y se mantiene hasta el día de hoy. En ella se exponen las posesiones de León Trotsky, como sus lentes, su inmensa colección de libros, el escritorio donde trabajaba y, en el jardín, sus cenizas y las de su segunda esposa, Natalia Sedova, guardadas dentro de un monumento construido por el arquitecto Juan O’Gorman.
Trotsky llegó a México tras ser exiliado por el régimen de José Stalin, quien fue su mayor enemigo–y responsable de su asesinato años después– una vez que los bolcheviques consiguieron la victoria en la Revolución rusa. Lázaro Cárdenas fue el presidente que le otorgó asilo político en 1936, medida motivada por el muralista Diego Rivera, miembro del Partido Comunista Mexicano. Trotsky desembarcó en el puerto de Tampico, Tamaulipas, el 9 de enero de 1937 y se trasladó a la Ciudad de México a bordo del tren presidencial.
Su primer lugar de residencia fue en la Casa Azul de Diego Rivera y Frida Kahlo, en Coyoacán, donde se quedó hasta abril de 1939. El ruso tuvo un romance corto, pero apasionado con la pintora surrealista. Se cree que el amorío fue una manera de ella de vengarse de Diego Rivera, quien había tenido una relación íntima con su hermana. El pintor los descubrió y Diego cortó su relación con Trotsky, por lo que el político se mudó con su familia a la casa que hoy es el Museo Casa de León Trotsky, a unas cuantas cuadras.
Su estancia en la casa quedó marcada por dos intentos de asesinato, pues José Stalin había dado la orden de terminar con su vida. El primero ocurrió la noche del 24 de mayo de 1940, cuando un escuadrón de estalinistas –entre los que se encontraba otro muralista mexicano, David Alfaro Siqueiros– entró por la fuerza a su casa y disparó cientos de balas de alto calibre contra la familia, aunque ellos pudieron resguardarse y salvar sus vidas. Los impactos de bala todavía pueden apreciarse en las paredes de la casa, especialmente en la habitación del escritor.
El segundo atentado sucedió tres meses después y este sí fue exitoso. Un joven catalán y agente estalinista encubierto, Ramón Mercader, alias Jackson se aprovechó de su relación con una joven cercana a León Trotsky para tener contacto con el político. El 20 de agosto de 1940, Mercader logró quedarse a solas con Trotsky en el estudio de su casa, con la excusa de que le revisara unos textos. Cuando el ruso bajó la cabeza para leer los papeles, el catalán lo golpeó en la cabeza con un piolet que traía escondido en su ropa. León Trotsky murió al día siguiente en el hospital de la Cruz Verde.
A pesar de su muerte, la memoria de este ideólogo marxista continúa presente en nuestro país, empezando por el museo ubicado donde antes estaba su casa, que fue declarada monumento histórico en 1982 por el presidente Adolfo López Mateos.
Fotos obtenidas de perfil Nacho Facello (1, 2) por medio de licencia CC.