Si estuviera vivo, Fernando de Fuentes –uno de los directores más influyentes de la historia del cine mexicano– cumpliría 123 años hoy. Tristemente no es el caso, pero aquí en Mexicanísimo no vamos a permitir que algo tan trivial como que ya se murió nos impida celebrar la vida y obra de este gigante de la pantalla grande con una lista de nuestras cinco películas favoritas filmadas por él.
¡Vámonos con Pancho Villa! (1936)
Considerada por muchos críticos e historiadores de cine como la mejor película mexicana de la historia, este clásico fue uno de los inauguradores de la famosa Época de Oro del cine mexicano (junto con otra de De Fuentes que viene más abajo), un periodo en que la calidad de las producciones que se hacían en nuestro país alcanzaron reconocimiento internacional. La película sigue a seis campesinos que se unen a las fuerzas de Doroteo Arango –mejor conocido como Pancho Villa– y funciona como un retrato de la pérdida de los valores revolucionarios. Los personajes empiezan su lucha tras ser seducidos por los ideales de la Revolución, representados en la figura de Pancho Villa, pero con el paso del tiempo, se vuelve evidente que el discurso honorable que manejan los comandantes dista mucho de la forma en que se comportan dentro y fuera del campo de batalla.
El compadre Mendoza (1933)
Fernando de Fuentes es especialmente celebrado por su Trilogía de la Revolución, conformada por El prisionero 13, El compadre Mendoza y ¡Vámonos con Pancho Villa! Las tres películas abordan el tema del desencanto con la lucha revolucionaria. Mientras ¡Vámonos con Pancho Villa! se enfoca en la pérdida de los valores de los guerrilleros, El compadre Mendoza critica a los empresarios oportunistas que sacaron provecho de la Revolución, haciendo negocios en una época de violencia e injusticia. La película logra esto a través de la historia de Rosalío Mendoza, a cuya hacienda llegan, en distintos momentos, tropas de Emiliano Zapata y de Victoriano Huerta. Él los recibe cálidamente, hace negocios con ambos y sufre las consecuencias de venderle a bandos enemigos.
Allá en el Rancho Grande (1936)
No satisfecho con filmar ¡Vámonos con Pancho Villa! en 1936, De Fuentes dirigió este otro clásico mexicano, también inaugurador de la Época de Oro y la primera película dentro de un género que dominaría la cartelera mexicana en los años siguientes: la comedia ranchera. A diferencia de su Trilogía de la Revolución, Allá en el Rancho Grande no maneja un tono de desencanto y violencia, su mirada es mucho más ligera y divertida, pues sigue los enredos amorosos de dos amigos que se enamoran de la misma mujer. Tuvo mucho éxito internacional y su influencia es notable en el cine mexicano que le siguió, especialmente en las películas de Pedro Infante y Jorge Negrete, el segundo incluso protagonizó un remake de la misma, también dirigido por De Fuentes, en 1948.
Doña Bárbara (1943)
La primera de una serie de colaboraciones de Fernando de Fuentes con María Félix, esta película ayudó a lanzar a la fama a la protagonista femenina más famosa del cine mexicano, quien se ganó el apodo de “la Doña” por su personaje, una mujer fuerte y decidida. Basada en la novela del mismo nombre, escrita por Rómulo Gallegos, la historia se centra en Doña Bárbara, una terrateniente que, tras un episodio traumático en su juventud, se ha ganado sus tierras y riquezas manipulando hombres y sobornando funcionarios. Las cosas cambian cuando un terrateniente rival, Santos Luzardo, vuelve del extranjero para poner fin a los abusos de la Doña, que termina enamorándose de su enemigo y haciendo lo necesario para poseerlo.
El prisionero trece (1933)
La primera película de la Trilogía de la Revolución es una dura crítica a la corrupción y abuso de poder de los comandantes revolucionarios. Marta, la esposa del Coronel Carrasco, un borracho sin remedio, deja a su marido y se lleva a su hijo, Juan, con ella. El chico crece y se convierte en un hombre bueno y amable. Pero gracias a los negocios turbios de su padre, un oficial corrupto, su vida es puesta en peligro. La escena final de la película, violenta y cruda, fue censurada por el gobierno, pues consideraba que hacía ver mal al ejército.