Foto: Bruno Pérez
El amate se obtiene de modo artesanal, recolectando la corteza del árbol de jonote, misma que se macera y corta en pequeños trozos que se cuecen en agua con cal. Una vez cocidos se dejan secar al sol en camas especiales y se unen golpeándolas con una pequeña piedra, hasta lograr una suerte de tela o tejido no hilado. Se han llegado a emplear otro tipo de árboles, pero siempre manteniendo la misma técnica para su fabricación. Debido a su producción y origen natural, este papel no se ve severamente afectado con el paso del tiempo, por lo que la artesanía puede durar varias décadas.
Las pinturas sobre papel amate son artesanías mexicanas muy difundidas a nivel mundial. Los artesanos amateros compran el papel amate que productores locales fabrican para posteriormente trabajar en él. Esta técnica, proveniente de Puebla, fue adoptada por artesanos nahuas del estado de Guerrero, que a principios del siglo XX empezaron a utilizarlas. Las comunidades de Ameyaltepéc y San Agustín Oapan fueron las primeras en trabajar el amate, para pronto extenderse a otras comunidades de la región como Ahuehuepan, Ahuelicán, Analco, San Juan Tetelcingo y Xalitla.
Pedro Díaz Antonio, artesano amatero desde hace cincuenta años, es quizás uno de los más conocidos exponentes de este trabajo en el país. Ha sido galardonado con más de una veintena de premios y ha participado en múltiples exposiciones a nivel nacional e internacional.
Proveniente de Xalitla, municipio de Tepecoacuilco de Trujano en el estado de Guerrero, poblado que se encuentra entre Iguala y Chilpancingo, Pedro Díaz es uno de los pocos en la localidad que trabaja el amate. La producción artesanal del pueblo se centra en la alfarería, por lo que su labor invariablemente sobresale.
Con el paso de los años ha trabajado sobre múltiples objetos además del amate, pintando sobre sombreros, botellas, cajas de madera, vasijas de barro, platos, máscaras, muñecas y cabezas de jaguares talladas, entre otros, logrando piezas de una belleza extraordinaria. Para pintar estos objetos utiliza la misma técnica que al pintar el amate, elaborando sus diseños directamente en el material, sin impregnar las artesanías de químicos o selladores.
Ha realizado varios murales, además de haber impartido varios talleres. Actualmente pinta amates de gran formato, algunos de los cuales superan los dos metros de ancho. Lo que lo destaca de los demás artistas amateros es, quizás, la temática de sus obras, muchas de las cuales no se enfocan solo en las flores y aves tradicionalmente representadas en esta artesanía, sino que plasma pasajes, escenas de la vida cotidiana, tradiciones y actividades del pueblo como las fiestas, las cosechas, la siembra y las procesiones.
Para plasmar sus diseños, don Pedro utiliza tinta china o pinturas acrílicas sin bosquejar previamente. Dependiendo del tamaño del amate y de la complejidad del diseño, puede tardar hasta un mes en realizar cada uno de ellos.
Quizás una de las preocupaciones más grandes para estos artesanos es la poca valoración que se le da a su trabajo, pues ahora es muy fácil encontrar pinturas en amates hechas con sellos, que difícilmente se pueden comparar con el esfuerzo, dedicación y belleza de los amates pintados a mano.