En medio de estas tribulaciones lo que parece imposible es que El renacido (The revenant) no arrase en la ceremonia tras el paso salvaje y autoritario que ha tenido en los premios que anteceden a los Oscares: los Golden Globe, BAFTA, SAG, el premio del sindicato de directores, el de productores y el de cinefotógrafos. Iñárritu, DiCaprio y Lubezki parecen ser los elegidos para alzarse con la victoria, sin embargo no hay que dejar atrás otros factores que podrían complicarle las cosas a los favoritos de la noche, tanto por su maestría técnica como porque El renacido es la película más divisiva que se ha sido nominada en mucho tiempo. Al western épico creado por Iñárritu y compañía o lo amas o lo odias.
Junto a El renacido en la carrera por mejor película encontramos filmes que abordan temáticas que reflejan problemáticas sociales inspiradas en historias reales como la crisis económica de La gran apuesta (The big short) o la pederastia encubierta por la jerarquía católica de En primea plana (Spotlight), historias que nos remiten al pasado como Puente de espías (Bridge of spies) y Brooklyn, las cada vez más frecuentes adaptaciones de la mano de Misión rescate (The martian) y La habitación (The room) y una rareza que bien podría ser el caballo negro de la noche Mad Max: furia en el camino (Mad Max: Fury Road), una película que provoca reacciones parecidas a El renacido: la amas o la odias.
Es precisamente la inclusión de Mad Max la que abre las posibilidades y le pone, como dijeran nuestras abuelas, sabor al caldo. Aunque las ocho películas nominadas se encuentra muy bien realizadas y en cierta medida cumplen con las características por las que los votantes de la academia usualmente se decantan, es decir: historias dramáticas con fuerte carga social, intenciones políticamente correctas, elocuencia actoral, un alto nivel en cuestiones técnicas y gran apoyo por parte de críticos y público, los casos de El renacido y Mad Max son sino los más extraordinarios sí los más atípicos.