Alejandro González Iñárritu afianza con El renacido (The Revenant, 2015) su prestigio en Hollywood con la inestimable —y casi masoquista— ayuda de Leonardo DiCaprio, convertido en Hugh Glass, un cazador que en el norte de Estados Unidos, cuando en el siglo XIX franceses y anglosajones pugnan con los indios y sus búfalos por su territorio, rodeado de un espectacular y nevado paisaje, es atacado por un oso y herido gravemente. Uno de sus compañeros, Fitzgerald (Tom Hardy) con quien tiene asuntos pendientes, decide saldarlos abandonándolo para que muera a la intemperie. Pero Glass es duro y tras dos horas y media de padecimientos, en una alucinada aventura hiperrealista, llegará el momento de su venganza.
El renacido («The Revenant»), que se estrena este viernes 22 de enero, es un brillante trabajo asentado en tres pilares principales, el propio «Negro» Iñárritu, su compatriota y colaborador desde Birdman, Emmanuel «Chivo» Lubezki, y Leo DiCaprio. Este último fue obligado por necesidades del guión —escrito por el propio director y Mark L. Smith— a sumergirse en las aguas heladas de un río, descabezar con los dientes y comer un pez vivo, así como el hígado de un búfalo e introducirse en el cuerpo, aún templado, de un caballo despeñado. Todo para la discutible obsesión por la autenticidad del mexicano, que se empeñó en filmar exclusivamente en escenarios naturales, con los mínimos efectos digitales y trucos habituales de cualquier producción de Hollywood, y condiciones ambientales y lumínicas adversas, que prolongaron por meses el rodaje.
Glass (DiCaprio) es un hombre blanco que ha encontrado en el norte de América su lugar en el mundo, en comunión con una de tribu de indígenas. Pero su pareja es asesinada (no queda claro si por su némesis Fitzgerald, al que ve varias veces con uniforme militar en sus alucinaciones) y queda solo con el hijo de ambos, que le acompaña mientras trabaja para un grupo capitaneado por un oficial, contratado para conseguir pieles. Los bosques donde se mueven son un territorio hostil, tanto
por las temperaturas como por los ataques de indios y la competencia de los franceses que también trafican con las pieles.
Precisamente la película arranca en una casi onírica y terrible escena del ataque de los indios («Rojos» les llaman) que nos sitúa en el tono hiperrealista buscado por Iñárritu. La batalla-pesadilla, conducida por la incansable cámara de Lubezki, obliga a huir a los supervivientes, pero para Glass, las cosas van empeorando cuando es atacado —en una escena de increíble veracidad— por un gran oso, que lo deja malherido. El grupo se desgaja, y Fitzgerald queda a cargo del moribundo cazador, junto al hijo de este y otro joven miembro del grupo. El villano de la película mata al hijo de Glass y a él lo abandona semienterrado. Pero sus conocimientos del medio y la suerte le hacen sobrevivir, con la única idea de vengarse de Fitzgerald.
La historia —supuestamente basada en hechos reales y narrados en el libro de Michael Punke— la hemos visto miles de veces en el cine. Se trata de la justa venganza. Puede achacársele a Iñárritu la simplicidad y esquematismo de sus personajes, un héroe esforzado, íntegro e integrado en el Nuevo Mundo (bien distinto de la mayoría de blancos, de muy bajos instintos), frente a un indeseable enemigo indigno de la más mínima simpatía. No está en el guión el mejor punto de El renacido (The Revenant), sino en su envoltura formal, en la dirección artística, en la música, en el casting y —por encima de todo— en el virtuosismo del «Chivo» Lubezki, que contribuye a crear ese ambiente onírico que recorre la película, y que contrasta con el extremo realismo, a veces no recomendable para estómagos sensibles. La moraleja —muy obvia— está escrita en francés en un cartel que han colgado sobre el cuerpo de un indio ahorcado: «On est tous des sauvages» (“Somos todos salvajes”).
En definitiva, el nuevo trabajo de Alejandro González Iñárritu es una de las mejores películas de este año y va a pugnar por los principales premios de la industria, con Leo difícil de batir por su entrega absoluta al personaje y el «Chivo» con muchas posibilidades de sumar un nuevo Oscar.