El artista mexicano Diego Narváez (México, D.F. 1984) se ha dedicado en los últimos años a explorar el paisaje en distintas formas. Diego Narváez estudió artes plásticas en la ENAP (Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM) con especialidad en pintura. Realizó una estancia artística en la Antártida Argentina y otra en Islandia. Sus primeras obras tocan el tema de paisaje urbano que es siempre cambiante. Narváez juega mucho con la estética de la transformación de los espacios. En su actual exposición lleva estas propuestas a paisajes glaciales.
Estos lugares, según Diego Narváez, son entes vivos, y no solo los urbanos. Por eso la idea de pintar los paisajes de la Antártida y del círculo polar, donde el entorno cambia todo el tiempo. Los territorios se hielan, se deshielan, nieva, se derrite, se seca. Son espacios vivos, y aunque no de la misma forma que una ciudad donde un día vemos un anuncio publicitario y al otro la demolición de ese mural, podemos percibir entornos en transformación. Es interesante percibir este tipo de propuestas en la pintura que normalmente se concibe como algo permanente y consolidado.
Diego Narváez no es el paisajista que retrata el paisaje bucólico y romántico. No. El paisaje por Narváez es un paisaje actual. La concepción del paisaje de este pintor defeño es la de mostrar los espacios como algo vivo y no como lugares fijos. La pintura de Diego Narváez juega con paisajes que nunca existieron. No intenta ser una pintura realista, como se pretendía en la pintura clásica. En el siglo XIX había la idea de retratar la realidad “tal cual era”. Esta idea no solo la veíamos en la literatura, sino también en la pintura, en especial en la de paisajes. A lo largo del siglo XX varios artistas abandonan la idea de realidad como absoluto y piensan que la realidad podemos interpretarla, pero no abarcarla. Diego Narváez ahora comprende que solo podemos percibir una fracción de la realidad como solo podemos captar una parte del entorno. Por eso, la pintura de Narváez no intenta registrar un instante como una fotografía, sino mostrar la atmósfera de un espacio cambiante. El paisaje aquí funciona como otra realidad, no como una representación, sino como una creación. Así sea un campo nevado en Islandia, o dos calles del D.F. atravesadas por un iceberg, no es una idea de lo que es, sino de lo que pudiera ser.
En el caso de los paisajes glaciales, la estética del cambio funciona de otra forma que con el paisaje urbano. La intención no es reflejar la transformación creada por la mano del hombre, sino, como el gélido entorno penetra en la pintura. Es decir, que el artista, al pintar al aire libre en la Antártida, expone el lienzo a condiciones climáticas distintas que en su estudio de la Ciudad de México. La pintura se puede congelar y descongelar durante el proceso creativo, la nieve que cae en el lienzo deja marcas inesperadas. Los espacios entran en las pinturas de una forma literal.
No es fortuito que este pintor haya sido invitado a participar en la exposición colectiva “Replicas: El imaginario colectivo del sismo de 1985”. Los artistas invitados debían plantear una mirada sobre la ciudad en transformación, propuesta con la que Diego Narváez estaba familiarizado. La mirada de Narváez trata de concentrarse en los no lugares, es decir, los espacios que vemos, pero en los que no reparamos, como los edificios abandonados. En el caso de una ciudad que cambia en un día por un terremoto, muchos no lugares se hacen evidentes y otros espacios que antes observábamos, se vuelven invisibles.
Los invitamos a explorar la obra de Diego Narváez en la exposición “Encuentros con lo inasible” que se presentará del 17 de diciembre al 17 de enero en el Centro Cultural del México Contemporáneo. Leandro Valle #20, Cuauhtémoc, Centro histórico de la Ciudad de México.