La zona arqueológica Paquimé, Lugar de Casas Grandes, es la ciudad prehispánica más grande que se conoce en el norte de México, la cual vivió su época de esplendor entre los años 1300 y 1450 d.C. Ubicada entre los pastizales entre la Sierra Madre Occidental y el desierto de Chihuahua, a tan sólo 10 kilómetros de Nuevo Casas Grandes, Paquimé formó parte de las Culturas del Desierto del Suroeste de Estados Unidos. Probablemente fue un desarrollo autóctono en el contexto de la Cultura Salado de Oasis América, que compartía rasgos con la cultura Mogollón, aunque también es posible que se haya desarrollado a partir de la invasión de una élite proveniente del México Central.
Paquimé era ciudad fortaleza, construida como un laberinto, donde había edificios de vivienda y una serie de construcciones civiles que se mezclan con el horizonte. Dentro del sitio, algunas de las estructuras más importantes son: la Casa de las Serpientes, la Casa de las Guacamayas —donde se encontraron enterradas 122 aves; la guacamaya era el ave sagrada y recorría Paquimé como una diosa—, la Casa de Hornos —donde se cocinaba el agave para el mezcal—, la Casa de la Noria —una de las construcciones hidráulicas más grandes de Mesoamérica—, así como la Casa de los Cráneos y la Casa de los Muertos, donde se encontró gran cantidad de restos humanos. El carácter y la utilidad de las edificaciones son muestra de una vida espiritual y en armonía con la naturaleza.
Al norte de la ciudad se encuentra el Montículo de la Cruz, compuesto por una figura descuadrada con cuatro satélites casi redondos, una especie de observatorio. Al oeste se encuentra el juego de pelota con la silueta común de las canchas a lo largo de Mesoamérica. Al sur se localiza el Montículo de las Ofrendas, el único mausoleo identificado en Paquimé.
Hoy en día, Paquimé ofrece un entorno mágico, donde el desierto se funde con la arquitectura, los muros con el paisaje, la historia con el silencio y las palabras con los cantos sagrados de las guacamayas.