Una de las cosas que más me gustan de México son sus paisajes. Puedo recordar el desierto de Sonora o el de Real de Catorce, los bosques repletos de mariposas monarcas en Michoacán, las Barrancas del Cobre de Chihuahua, las aguas transparentes de los cenotes en Yucatán, la presa de León Guanajuato reflejando los globos aerostáticos, la selva Lacandona y muchos más.
Es un hecho que la variedad es uno de los mejores rasgos de México, y cuando se trata de paisajes es difícil seleccionar uno, pero quiero describir la belleza de Punta Cometa porque es uno de esos lugares de las costas de Oaxaca que vale la pena visitar. Se encuentra en la playa de Mazunte, es un cerro que tiene forma de media luna y desde su cima se pueden ver los atardeceres y amaneceres. Se llega por una terracería, entre humedad y mucha naturaleza.
Hay una parte plana en la cima, con caminos de tierra marcados entre el pasto en donde la mayoría de la gente se sienta a admirar el espectáculo. Luego hay unas rocas muy cerca del mar a las que se llega escalando un pequeño tramo. Las rocas forman una gran pared, delante de ella hay más rocas que sirven de rompeolas. Para ver mejor hay personas que se acuestan y asoman su cabeza por el borde del precipicio, así sienten la fuerza del mar, y parece que las olas les van a estallar en la cara.
El mar es azul marino pero cuando rompe en las rocas se genera tanta espuma blanca que el tono azul se aclara y se ve turquesa. Pero eso no es todo, las nubes que van flotando por arriba del horizonte y que muchas veces tienen figuras extraordinarias, se empiezan a poner anaranjadas mientras que el sol desciende hasta tocar la lìnea entre el cielo y el mar. Poco a poco esos colores intensos se aligeran y hay un momento en el que el cielo entero se tiñe de rosa.
Poco tiempo después, cuando la intensidad de aquellos colores disminuye, la luna sale triunfante acompañada de Venus que brilla más fuerte que todas las estrellas. Los moscos empiezan a molestar, pero aún así son pocas las personas que dejan Punta Cometa. Poco a poco surgen nuevos destellos de estrellas, hasta que el cielo entero se ve repleto de ellas y en una noche despejada se puede ver con claridad la vía láctea.
Espero que esta breve descripción sirva como recordatorio para todos aquellos que a su vez han encontrado rincones maravillosos de México, espero que continúen con la búsqueda porque la naturaleza tiene mucho que ofrecer, incluso en nuestra vida cotidiana.