Trotsky ha sido un extraño imán en nuestro país, un imán perfecto que atrae a los distintos y repele a los similares. 75 años después de su muerte sigue siendo reverenciado y criticado por la izquierda nacional, las muchas izquierdas nacionales que buscan marcar la pauta en la visión revolucionaria que debe ser, según cada quien defiende, única y sin espacios de réplica.
A 75 años de su espeluznante muerte en Coyoacán, este famoso inmigrante llena de aventuras la primera mitad del siglo XX. Su asesinato sólo puede compararse -a nivel mediático- con los de Colosio y Ruiz Massieu. Durante años se han vertido en torno a él teorías sobre los asesinos intelectuales, porque Mercader fue detenido por la propia víctima, aún con la herida del piolet entre la espalda y la cabeza. México se volvió famoso, las sospechas del complot criminal viajaron de Estados Unidos a Rusia y mancharon a casi todos, con Stalin a la cabeza, obviamente. Porque tenía sobre su cabeza una sentencia de muerte de don Josef, pero tampoco convenía a los Estados Unidos un comunista tan brillante y reverenciado en casa del vecino. Así nuestro país jugó de comparsa, salpicando a muchos personajes locales y a artistas como Diego Rivera, su protector, Frida Kahlo, su amante, según se cuenta, pese a que León ya no era un jovencito, y David Alfaro Siqueiros, fallido asesino en un intento previo.
Novela extraordinaria de conjuras mundiales, si no fuera cierta, la muerte de Trotsky es un capítulo intenso de nuestro México post revolucionario, una epopeya urbana con intrigas increíbles.
Para muchos de quienes están alineados en lo que conocemos como la izquierda, Trotsky no deja de ser un suceso incómodo: ¿hacia qué lado afiliarse? ¿Celebrar su muerte o exigir justicia? ¿Aceptar un crimen de estado u oponerse a quienes decidieron que era una pieza prescindible? Muchos optan por el silencio, para mi machucarse los dedos, o la lengua.
Se cumplen 75 años; visita el museo en la casa donde Trotsky vivió sus últimos días, en Avenida Churubusco en la capital mexicana. Es también un trozo de la historia y de la histeria de México.