Para muchos, es un personaje desconocido, marginal, poco importante en la historia nacional. Le pasó lo que a otros, que aparecieron en tiempos similares a grandes héroes y fueron opacados por ellos, o tal vez un pequeño giro de la historia los dejó fuera de la repartición de gloria, pero no son menos trascendentales para el país.
Queretano, tendero durante los últimos años del virreinato, Epigmenio González participó de manera más que activa en las primeras reuniones previas al grito de Dolores, de hecho fue el secretario de los acuerdos logrados en aquellas clandestinas reuniones míticas y se conservan algunos documentos de su puño y letra sobre los pasos a seguir durante la guerra. A mí, en lo personal, me parece un gran personaje civil que sacrificó todo por entrar a la lucha y un ejemplo de que las transformaciones parten de los ciudadanos.
Hace un año publiqué una novela basada en su vida: La reunión del chocolate, que tiene un soporte histórico y una dosis de leyenda y ficción, pero se basa en un personaje real que fue, aunque pocos lo sepan, el detonador de la Independencia, ya que fue precisamente su detención, el 14 de septiembre de 1810 en su tienda habilitada como depósito de armas, la que provocó aquel famoso mensaje de la Corregidora hacia Allende e Hidalgo que los obligó a precipitar un levantamiento planeado para octubre.
Epigmenio González es, tal vez, el prisionero político más longevo de nuestra historia. Su cautiverio de más de 26 años es similar en tamaño al que sufrió Mandela varios siglos más tarde. Finalmente liberado en Manila en 1837, 16 años después de la consumación de la Independencia, tardó más de un año en volver a México, a donde recibió muy poca atención pese a ser uno de los pocos sobrevivientes de ese momento histórico.
En Querétaro, su lugar natal, se le recuerda un poco en una calle y algo más, pero el resto del país lo tiene olvidado, injustamente olvidado. Espero que artículos como este, y el libro que publicó Editorial Paralelo 21, sirvan para devolverle un poco del lustre que merece.