Era el mundo de los setenta. La juventud estaba sumergida en la psicodelia, mientras internacionalmente se llevaba a cabo la llamada Guerra Fría y la Guerra de Vietnam. Eran tiempos de los hippies, de Pinochet, Margaret Thatcher, Richard Nixon, Echeverría y López Portillo. Eran tiempos de la Gran Depresión, la Revolución Verde y de exploraciones al espacio. Épocas en las que salieron al mercado los primeros videojuegos, se transmitían los primeros correos electrónicos y se inventaron los primeros dispositivos personales para escuchar música. Tiempos también de Pelé y el Mundial de Futbol México 1970, de Chespirito, del Nobel a Pablo Neruda, de la fundación de Proceso y del Pop Art. En el cine salieron grandes clásicos como El padrino, Rocky, Annie Hall, Kramer vs Kramer, Star Wars, Tiburón, Gritos y susurros, etcétera. En 1970 vio la luz Let It Be, el último álbum de los Beatles –si bien el último en grabarse fue Abbey Road– quienes siguieron (¡y siguen!) siendo los preferidos. Fue una gran década para la música con grupos como Pink Floyd, Eagles, Led Zeppelin, Queen, The Who, The Ramones, The Carpenters, The Doors, Bee Gees, ABBA, Bob Marley, The Jackson 5 y grandes músicos e intérpretes como Elvis Presley, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Stevie Wonder, Rod Stewart, Elton John, Barbara Streisand, John Denver y muchos más. En español sonaban Miguel Bosé, José José, Raphael, Celia Cruz, Luis Eduardo Auté, José Luis Perales, Camilo Sesto, Roberto Carlos, Mocedades, Joan Manuel Serrat.
En este contexto, de pronto comenzaron a tener gran éxito canciones como “No tengo dinero” (no tengo dinero ni nada que dar, lo único que tengo es amor para dar), “No se ha dado cuenta” (no se ha dado cuenta, que me gusta, no se ha dado cuenta, que yo la amo), “Buenos días, señor sol” (Todas las mañanas que entra por mi ventana el señor sol, doy gracias a Dios por otro día más), “La diferencia” (Qué daño puedo hacerte con quererte, si no me quieres tú, yo lo comprendo), “Juro que nunca volveré” (Y aunque hoy me pidas que regrese y que regrese, juro que nunca volveré y no volveré), entre muchas otras. Serían los primeros éxitos de muchos de Alberto Aguilera Valadez, mundialmente conocido como Juan Gabriel, “Juanga”, “El divo de Juárez” o “El divo de México”. Nacido en 1950, en Parácuaro, Michoacán, Juanga comenzó su carrera en el bar Noa Noa (vamos al Noa, Noa, Noa Noa, vamos a bailar) en Ciudad Juárez.
A finales de la década de los setenta lanzó el disco Rocío Durcal le canta a Juan Gabriel, con el que comenzaría una serie de éxitos de la pareja musical que se prolongaría por décadas, como “Amor eterno” (Cómo quisiera, ay, que tú vivieras, que tus ojitos jamás se hubieran cerrado nunca y estar mirándolos) y “Déjame vivir” (Para ti no tengo amor, no tengo amor ni tengo nada. ¿No tienes nada nada nada nada nada?).
Durante su carrera ha compuesto alrededor de 1,800 canciones de distintos géneros: mariachi, ranchera, boleros y pop latino, que han sido interpretadas tanto por él mismo, como por artistas de la talla de Angélica María, Leo Dan, Raphael, Vicente Fernández, Lupita D’Alessio, Pedro Vargas, Lola Beltrán, Cornelio Reyna, Ana Gabriel y Luis Miguel, solo por mencionar algunos de los 200 intérpretes que han cantado sus canciones.
Entre las decenas de reconocimientos que ha recibido, se encuentran la distinción como Leyenda Latina, por la revista Billboard; el premio La Guirnalda de Oro y la Excelencia Universal, por parte de España; el MTV Music Award, por Mejor Disco en 1999; La Luna del Auditorio Nacional como Mejor Artista de Música Mexicana, en 2005; la Personalidad del Año 2009, por la Academia Latina de la Grabación; además de cientos de discos de oro y platino.
Sin embargo, seguramente uno de los mayores reconocimientos que tiene es que millones de personas lo consideramos un referente musical y no perdemos la ocasión para cantar sus canciones como “Querida” (Querida, dime cuando tú, dime cuando tú vas a volver), “Se me olvidó otra vez” (Probablemente ya de mí te has olvidado y mientras tanto yo te seguiré esperando), “Ya lo sé que tú te vas” (Ya lo sé que tú te vas, que quizás no volverás, que muy tristes hoy serán mis mañanas si te vas), “Hasta que te conocí” (Hasta que te conocí, vi la vida con dolor, no te miento fui feliz, pero con muy poco amor), “Lo pasado, pasado” (Pido un aplauso para el amor que a mí ha llegado, mil gracias por tanto amor), “Pero qué necesidad” (Pero qué necesidad, para que tanto problema, no hay como la libertad de ser, de estar, de ir, de amar, de hacer, de hablar, de andar, así sin penas) y muchas más. Gracias, Juanga. No te vayas nunca, te lo pido por favor.