La creatividad de los mexicanos no tiene límites. Innumerables son los ejemplos en que nuestra idiosincrasia hace gala de su inventiva, uno de ellos son los exvotos. Empecemos por definir esta tradición que trascendió lo milagroso para convertirse en una expresión verbal y gráfica de la cultura popular de nuestro país. Los exvotos son objetos que son ofrecidos a la divinidad (dios, vírgenes, santos y mártires) “en cumplimiento de una promesa hecha con el fin de obtener un beneficio, al cual no se puede acceder por medios naturales”, según lo afirma Thomas Calvo en su texto “Milagros, Milagreros y retablos: Introducción al estudio de los exvotos del occidente de México”.
Existen diversos tipos de exvotos, están las figurillas de metal, cobre o plata con formas de una parte del cuerpo como piernas, manos, ojos o corazones, como una metáfora del milagro que se solicita, sobre todo relacionados a enfermedades. También están los elaborados en láminas de madera o cobre, estos son más complejos pues comprenden una representación visual del favor solicitado (la imagen siempre contiene el plano celeste y terrestre) y un texto, en el cual se describe la súplica. Casi siempre es una breve explicación de la situación que vivió el devoto y su agradecimiento al milagro que le concedió la divinidad.
Lo interesante de estos actos votivos es el ingenio plástico y verbal con el que son representadas las preocupaciones y peticiones, pues hay desde esposas que ruegan para que sus maridos ya no sean borrachos, madres que agradecen la resurrección de sus hijos, gente que se curó milagrosamente de pulmonía y hasta de ser tan libertinos. Si bien son piezas elaboradas con una intención solemne y religiosa, el lenguaje utilizado y las situaciones que se plasman son, a veces, tan chucas y picarescas que es imposible no reír y confirmar, como dice el escritor Juan Villloro, que México se mueve entre el carnaval y el apocalipsis.
Estas obras suelen colgarse en las paredes de las iglesias, capillas, catedrales como una forma de mostrar a los demás los milagros que la divinidad le ha otorgado a los devotos. También son una ofrenda a los santos y vírgenes, con lo cual atraen y aumentan su fama, según la cantidad de exvotos que le son ofrecidos.
Acercarse a estas piezas es conocer el universo personal de un pueblo y su gente, sus preocupaciones y conflictos, pero también sus alegrías y esperanzas. Poco importa la técnica pictórica o las faltas de ortografía, sino el mensaje que se desea transmitir en la conjunción de imagen y palabra.
Esta tradición posee una larga trayectoria en el mundo católico, sin embargo en nuestro país adquirió mayor auge durante la Colonia en donde, las clases altas mandaban hacer sus exvotos, mientras que los más pobres los creaban por sí mismos. De ahí nació esta práctica artesanal que con el tiempo generó gremios dedicados a su elaboración e incluso despertó el interés de grandes artistas como el Dr. Atl, Diego Rivera y Roberto Montenegro, quienes fueron grandes coleccionistas de exvotos, así como estudiosos de esta expresión popular de la fe.
Hoy día existen grandes colecciones de estas piezas en todo el país, una muy importante es la que resguarda el Museo de la Basílica de Guadalupe en donde existen dos mil exvotos, clasificados y exhibidos temáticamente. También en el Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos, en el estado de Jalisco existe un importante acervo que vale la pena admirar, así como el que se encuentra en el Santuario del Santo Niño de Atocha, en Fresnillo Zacatecas y en el Santuario de San Francisco de Asís en Real de Catorce, San Luis Potosí. No dejen de visitar estos recintos y conocer el bonito arte de pedir que se nos haga el milagrito.