“Surrealistas” es un buen adjetivo para describir a los alebrijes. Estas artesanías zoomorfas elaboradas en madera o en papel maché y cartón, tienen un origen onírico, como los seres fantásticos que representan. Gallos con cuernos de toro, burros con alas, perros con cabezas de leones son los personajes surgidos del sueño de don Pedro Linares López.
Cuenta la historia que este artesano, dedicado a la cartonería y elaboración de máscaras y judas en el mercado de La Merced, enfermó gravemente al grado de quedar inconsciente. Durante este tiempo –narra Linares– cayó en un profundo sueño en el que veía un lugar semejante a un bosque, del cual emergían animales extraños, seres híbridos que al unísono gritaban: “¡Alebrijes, alebrijes!”. Al despertar, don Pedro se dio a la tarea de llevar a la realidad esos seres fantásticos y auténticamente surrealistas.
Estas figuras causaron tanto furor que Diego Rivera llegó a afirmar que nadie era capaz de realizar un alebrije como los de don Pedro Linares, quien elaboró una de estas artesanías a escala mayor para el muralista, obra que actualmente se encuentra en el Museo del Anahuacalli.
Por su trayectoria artística, don Pedro Linares recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1990, además del reconocimiento nacional y extranjero por su peculiar y fascinante artesanía. Desde ese entonces, la familia Linares se ha dedicado por generaciones a preservar la producción de alebrijes en la Ciudad de México y, desde el 2007, como parte de la promoción y difusión de estas piezas artísticas, el Museo de Arte Popular organiza anualmente un desfile de alebrijes gigantes conocido como la Noche de los Alebrijes.
A pesar de que se puede considerar a la capital mexicana como la cuna de estas peculiares artesanías, es en Oaxaca donde más proliferan los artesanos dedicados a crear estos animales fantásticos. En los poblados de San Miguel Tiljacate y San Antonio Arrazola existen muchos talleres de familias artesanas dedicadas a la elaboración de alebrijes, cuya comercialización se ha convertido en la base económica de esas regiones. La diferencia entre los alebrijes capitalinos y oaxaqueños es el material con el que se elaboran, ya que los primeros son originalmente de alambre y modelados con cartón y los segundos de madera de copal; sin embargo hay artesanos que mezclan ambas técnicas.
Lo verdaderamente valioso de estas piezas es su diseño y decorado que expresa la capacidad onírica y el ingenio de sus creadores, quienes afirman que a diferencia de otro tipo de artesanías mexicanas, ningún alebrije es igual, cada uno es único e irrepetible, como los sueños.