Trece años después de su primera edición, el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) ha crecido tanto, que la dimensión que tiene hoy en día arropa a un sinfín de curiosos. Entre los cerca de 800 trabajos recibidos anualmente, los comités de selección han recibido material tan inusual como fiestas de XV años, la grabación de una autopsia o un video en negro absoluto acompañado de una carta de 16 páginas que lo explica. No es broma, todos quieren estar en Morelia.
Lo anterior lo cuenta en confianza y entre sonrisas su directora, Daniela Michel, una mujer que necesita pocas presentaciones en el medio cinematográfico mexicano. En medio del día en que se presenta la convocatoria para la edición 2015, Michel conversó con Corre Cámara acerca del arduo y emocionante proceso que año con año da origen a uno de los encuentros fílmicos más relevantes de Iberoamérica.
“Siempre es difícil en cuestión de tiempos. Aunque la convocatoria se abra desde hoy, muchos de los trabajos llegan al último. Las primeras semanas no hay nada que ver y en las últimas dos, tienes que ver quinientos”. Programadora de corazón y con un olfato afilado para curar las selecciones, Michel participa en todos los comités del evento: largometraje, corto, documental y corto michoacano. Sabe, como Chaplin o como Churchill, que el auténtico líder tiene seis brazos, ocho ojos y dos cabezas enfocados de sol a sol en cada área de sus proyectos.
Después de casi dos décadas –si contamos las originarias Jornadas de Cortometraje Mexicano– de dotar de cine a Morelia, Michel presume con orgullo que el FICM se mantenga intacto a pesar del crecimiento y su vocación original: “Nuestra esencia sigue siendo el cine mexicano, desde las óperas primas hasta las obras mayores de directores que hace años estrenaron sus cortos en Morelia. Nos han ofrecido muchas ideas, como convertirlo en un festival latinoamericano o integrar cine argentino, pero nuestra vocación, nuestro eje, sigue siendo el cine mexicano”. Resulta paradójico y gratificante –en medio de una industria que privilegia el cosmopolitismo a ultranza– que el FICM haya crecido con base en un sano cultivo local.
“Somos el festival favorito de los cineastas mexicanos”, asegura Michel sin tapujos. Y no se equivoca. Para nadie es un secreto que Morelia es la pista nacional en la que aterrizan Reygadas, Escalante, Iñárritu, Cuarón y los alumnos más aplicados de la generación que les sigue: Michel Franco, Ernesto Contreras, José Luis Valle, Nicolás Pereda y Alonso Ruizpalacios.
Hace poco, Daniela curioseaba en el material incluido en el DVD reciente que Criterion elaboró para Cronos. Se encontró con el primer corto de Guillermo del Toro, grabado antes de sus 20 años con su mamá como protagonista: “Ahí estaba todo su talento, sus temas, su imaginación, su talento narrativo. Me inspiró verlo y me conmovió su generosidad al incluirlo en el DVD, como diciendo: este fui yo, este soy yo”. De alguna manera, Michel sigue mirando cientos de cortometrajes cada año con la intuición de quien busca a otro joven como aquel. No es una ilusión vana, el ya mencionado Michel Franco fue un asistente temprano de Morelia y este año se coló a la Selección Oficial de Cannes.
Este año, el programa del FICM incluye las siete películas que integrarán la Semana de la Crítica, la nueva película del legendario Barbet Schroeder, así como un ciclo en asociación con el British Council que repasa la influencia de la novela gótica anglosajona en el cine mexicano.
Mientras se confirma el resto del programa, emanado de las mejores cartas de Cannes, Berlín, Sundance o Venecia, Daniela Michel y su equipo se encargarán de recibir, evaluar y seleccionar lo mejor de entre cientos de producciones inscritas al festival, ya que “después de tantos años, seguimos buscando lo mismo, cine que te sorprenda, cine que te sacuda.” Se dice fácil, pero Morelia hay uno. Nada más.