Soy futbolero, madridista y puma. Crecí viendo jugar a Hugo Sánchez, tal vez el mejor jugador mexicano de todos los tiempos, lo cual definió mis preferencias pamboleras. Hoy (miércoles 22 de abril de 2015), “el Chicharito” Hernández me llevó a revivir los grandes momentos de gloria de mis equipos favoritos. Eran los cuartos de final de la liga de campeones, la Champions, la competición de clubes más prestigiada a nivel mundial. Seguramente la liga donde puede verse el mejor fubtol. Donde los jugadores se vuelven leyendas. Era el césped del Santiago Bernabeú, el mismo que fue testigo de miles de grandes hazañas de Hugo. Era el derbi madrileño. Era el minuto 88, con el marcador global sin goles, cuando Hernández remató y marcó el tanto que vale el pase a semifinales, el camino hacia la undécima “orejona” del Madrid. Era un momento histórico para el mexicano.
Chicharito se volvió, inmediatamente, trending topic. Su nombre se escribió en mayúsculas en los principales diarios deportivos: “Chicharito de oro”; “Chicharito toca el cielo”; “El héroe improbable”.
Gracias Chícharo por recordarnos que, como el libro de Villoro, Dios es redondo. Porque en ese minuto 88 nos recordaste que vale la pena trabajar y soñar, creer y seguir adelante. Por el gran partido que diste. Porque en esos instantes no existen las tragedias, ni los dolores, ni los miles de problemas. Finalmente, la vida está hecha de sueños y de historias como la de hoy. ¡Hala Madrid! Y ¡Viva México!