Cuando hablamos de bebidas típicas de México el pulque, el mezcal y el tequila encabezan la lista, sin embargo los mexicanos tenemos un paladar universal que gusta de otros líquidos igualmente embriagantes. La cerveza, por ejemplo. Hoy día, esta bebida es sumamente aclamada en bares y cantinas de nuestro país, incluso para algunos, es el acompañante fiel del tequila, empero, esto no siempre fue así. Mucho tiempo y vicisitudes tuvo que pasar la cerveza para lograr seducir las gargantas mexicanas que, desde épocas prehispánicas, estaban acostumbradas, principalmente, al singular sabor del pulque. Para los antiguos mesoamericanos, esta bebida fermentada del maguey era de carácter divino y ritual, por tanto solo podían consumirlo personas de alto rango como los sacerdotes o, en ocasiones, los tlatoanis; entre la gente del pueblo era prohibido y sumamente penado.
Una vez llegados los españoles a América e instaurado el sistema colonial, las reglas del juego cambiaron. El pulque comenzó a ser bebido por los indígenas en general, mientras que los peninsulares, acostumbrados a otros licores como el vino y la cerveza, lo consideraban como una bebida de bajo rango, propia de los campesinos.
Debido al desdén de los españoles y, ¿por qué no?, a la necesidad de consumir sus europeas bebidas en su nuevo hogar, en 1544 se instauró en la Nueva España el primer establecimiento de producción de cerveza. Aún así, esta no lograba consolidarse en el gusto de los mexicanos que seguían fieles a sus antiguas tradiciones, fue hasta la primera década del siglo XIX que el incremento de la población criolla en la Nueva España ocasionó una demanda mayor de este espumoso líquido, aumentando las fábricas cerveceras y la diversificación de sus presentaciones. En un principio, fueron extranjeros quienes fundaron los primeros talleres productores de cerveza, el caso más conocido es el Bernhard Bolgard, un suizo que en 1845 estableció en la Ciudad de México la primera cervecería de fermentación alta, llamada “La Pila Seca”. La cebada que producía era oscura, pues era a base de cebada mexicana secada al sol acompañada de piloncillo. Esta técnica fue muy exitosa y utilizada por todos los productores, hasta que a finales de ese siglo, con la apertura de líneas ferroviarias que permitieron rutas de comercio entre Estados Unidos y México, la competencia entre las cerveceras nacionales y extranjeras se intensificó, lo que motivó a la fábrica Santiago Graf, establecida en Toluca, a lanzar al mercado la primera cerveza clara en México: la Toluca lager.
Así, a finales del siglo XIX, la cerveza por fin había logrado afianzarse en el exigente gusto de los mexicanos, lo que significó una época de oro para la bebida, pues entre 1891 y 1900 se fundaron las cervecerías Cuauhtémoc, en Monterrey; la Cervecería del Pacífico en Mazatlán, la Cervecería Modelo, y la Cervecería Yucateca que ganó fama por sus marcas Carta Blanca y León, que hasta hoy día siguen produciendo tan afamado líquido.
Actualmente, la cerveza en México es uno de las bebidas alcohólicas más populares y demandadas; sus presentaciones se han diversificado para satisfacer las exigencias de sus consumidores. Existen cervezas para todos los gustos: artesanales, de sabores, oscuras, claras, mezcladas con otros ingredientes, de barril, en lata, con o sin espuma. Y para no quedarnos con el antojo, vámonos a decir salud con una buena cerveza en mano.