Poética geométrica, estética de la contradicción, dialéctica de la destrucción-creación, series de conceptos y pasiones, intensidad de las imágenes, laberintos de múltiples texturas, juego de signos y tempestades, la obra de Vicente Rojo es fundamental para entender la plástica mexicana de la segunda mitad del siglo XX e, incluso, la contemporánea.
El diseño debe comprobar su eficacia casi al instante, mientas que la pintura es una meditación, una reflexión constante que no tiene final.
Vicente Rojo
Rojo perteneció a la denominada “generación de la ruptura”. Sin embargo, más que una ruptura, Rojo la ve como una generación de apertura, donde lo que tuvo lugar fue la experimentación con nuevos lenguajes visuales, a la búsqueda de nuevos causes expresivos y a planteamientos más libres y universales.
Vicente Rojo nació en Barcelona poco antes del estallido de la Guerra Civil. Su primer acercamiento a la pintura fue dibujar los combates aéreos que veía desde las ventanas de su casa, cuando tenía siete años. Los años de la represión franquista lo dejaron muy marcado y los retomó en parte de sus pinturas. A los 17 años tuvo que salir de España y llegó a México con su familia, a un México que ama profundamente o, como él mismo dice, “con maestría”, un país en el que siempre se ha sentido libre.
Como pintor ha sido un creador de señales, laberintos, destrucciones del orden, códices y su obra siempre se ha desarrollado por series. La primera fue Señales en la que trabajó con formas geométricas básicas. Ahí hay un excelente estudio del espacio dentro y fuera del cuadro, las relaciones espaciales y las formas cotidianas. Negaciones fue una serie en la que cada cuadro iba negando al anterior. De alguna manera, la temática de mostrar algo y luego ocultarlo, de proponer algo y luego contradecirlo, se hace presente en toda su obra. Recuerdos fue un intento de abandonar la difícil infancia, de sobreponerse a unas imágenes muy duras que llevaba consigo desde la infancia. México bajo la lluvia nació de un día que vio llover en el valle de Cholula. En esta serie aparece todo el país, de una manera tan imprevisible como la lluvia, desde las pirámides y los volcanes, hasta las ferias y las serpentinas; desde el espíritu de lo prehispánico, hasta lo popular y lo contemporáneo. Escenarios es un repaso y una suma de todos los temas anteriores. Está compuesta por miniseries como Paseo de San Juan, Pirámides y volcanes, Códices abiertos o Códices y espejos enterrados, en las que una vez más, hace surgir del caos una gran pasión y lleva al espectador a enfrentarse con la peligrosa poesía del arte.
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