Aunque parezca lo contrario, la Academia Cinematográfica de Hollywood no deja de sorprendernos año con año. Y es que resulta irónico que la ceremonia número 87 del Oscar se vea impregnada de películas bastante convencionales en competencia y que, por otro lado, los dos títulos que verdaderamente tienen oportunidad de llevarse la estatuilla sean dos propuestas arriesgadas, atípicas y muy interesantes.
Así, el próximo 22 de febrero sin duda estaremos al pendiente de si el triunfo recae en Boyhood: Momentos de una vida o Birdman o la inesperada virtud de la ignorancia (Birdman or the Unexpected Virtue of Ignorance), pues la calidad complaciente y políticamente correcta de obras como La teoría del todo, El código Enigma, Selma: El poder de un sueño y Francotirador parece no tener posibilidades en una industria que hoy se encuentra sedienta –aunque no lo asuma– de propuestas frescas que lleguen a mejorar la golpeada imagen de los votantes. En este sentido, la vistosa comedia de situación El gran Hotel Budapest y la intensidad histriónico-narrativa de Whiplash: Música y obsesión poco podrán hacer para opacar a los favoritos de la crítica en su carrera por el codiciado galardón principal.
En este duelo, empero, el filme que aparentemente lleva las de ganar es esa discreta joya dirigida por el tantas veces olvidado Richard Linklater. Por supuesto, la victoria podría serle concedida a Boyhood por la razón de mayor obviedad: se trata de una cinta filmada a lo largo de 12 años. No obstante, su verdadero valor radica en su esencia naturalista, despojada de cualquier adorno o efectismo formal –incluso de carácter documental–, que hace del resultado no una película sobre la vida sino, quizá, una representación de la vida misma. Esa cualidad que ya había sido alcanzada por el cineasta en otras ocasiones –la más evidente, en la trilogía conformada por Antes del amanecer, Antes del anochecer y Antes de la medianoche– es lo que mantiene a los cinéfilos a la expectativa de que la cinta se corone al final con las dos estatuillas estelares, la de película y director, además de la de actriz de reparto, un triunfo prácticamente seguro para Patricia Arquette.
Sin embargo, no habrá que quitar de la mira al humorismo ácido y negro de la más reciente obra de Alejandro González Iñárritu. Y es que Boyhood podrá haberse hecho del Globo de Oro y el BAFTA, principales predicciones del Oscar a Mejor Película, pero Birdman se ha embolsado otros importantes reconocimientos, como el del Sindicato de Productores de Hollywood o el del Sindicato de Actores, por el excelente desempeño del reparto. En su contra está, por supuesto, el estar catalogada como comedia y que el año pasado fue la cinta de un mexicano la que arrasó en la premiación –aunque Gravedad no se alzó con el Oscar principal, factor a tomar en cuenta–. Sus mayores probabilidades están en el rubro de fotografía –por segundo año consecutivo, para nuestro compatriota Emmanuel Lubezki– y el de actuación masculina, un esperado y merecido premio para Michael Keaton (si es que en el último instante no es quitado del camino por la personificación que hace el joven Eddie Redmayne del célebre físico Stephen Hawking, un trabajo que cumple más con los gustos tradicionales de los académicos).
Los dos restantes triunfos en las categorías histriónicas parecen estar ya también bastante cantados: Julianne Moore llega con todo el impulso para subir al podio, luego de cuatro nominaciones previas, por su interpretación de una mujer víctima de Alzheimer en Siempre Alice, mientras que J.K. Simmons se catapultó como el mejor actor de reparto en todas las premiaciones del año gracias a su estupenda labor en Whiplash, como un maestro de música violento y despreciable.
Así las cosas, todo indica que El gran Hotel Budapest tendrá que conformarse solo con los galardones correspondientes a vestuario y dirección artística, mientras que el rubro de edición, con Birdman inexplicablemente fuera de la competencia, debería recaer en Whiplash, título que también se disputará la estatuilla de guión adaptado con El código enigma, biopic que no puede irse con las manos vacías debido a las implicaciones históricas del personaje a quien se homenajea en la cinta (quien no solo ayudó a ganar la Segunda Guerra Mundial, sino que sentó las bases técnicas del funcionamiento de las computadoras). Tal vez la única quinteta cuya victoria es difícil de adivinar es la de guion original, aunque de nuevo se trata de una disputa centrada solo en Birdman y Boyhood.
Otra predicción igual de arriesgada es la concerniente al grupo de cintas nominadas como película extranjera. Los criterios de selección y premiación aquí siempre han sido un misterio, pues igual puede reconocerse la calidad de obras de autor sin dosis comercial alguna, como las recientes ganadoras Amor de Michael Haneke y La gran belleza de Paolo Sorrentino, que títulos de notable complacencia al estilo de La vida es bella o Totsi, dejando incluso fuera de la quinteta a filmes de innegable potencial oscaril como Amigos. En esta edición, la favorita es la rusa Leviathan, aunque la dosis catártica de la argentina Relatos salvajes podría terminar dando una sorpresa.
Ahora bien, con La gran aventura Lego sacada sin miramientos de la carrera por la estatuilla a largometraje animado, uno podría pensar que la apuesta de Disney Grandes Héroes va a la segura, aunque quizá es la oportunidad de reconocer el valor de una de las grandes películas del género en el 2010 a través de su secuela: Cómo entrenar a tu dragón 2 es el caballo negro esta vez, acabando con el reinado de la casa del ratón en la categoría a pesar de no siempre ser merecedor del trono, que sigue resonando el error de coronar a Valiente sobre Frankenweenie hace dos años, por ejemplo.
Con este panorama, queda claro que la entrega del Oscar a lo mejor del 2015 estará plagada de desaires al cine convencional, que es el que sin duda predomina entre las nominaciones. El desprecio a obras trascendentes como Mr. Turner y Primicia mortal en la competencia por las estatuillas principales producirá así menor incomodidad, pues el cine independiente y propositivo seguramente aparecerá en la mayor parte de los sobres de la noche. Y esto culmina en otra ironía más: ¿cómo elevar el rating de la ceremonia si casi nadie ha visto los filmes triunfadores?