Ubicado al norte del estado de Puebla, Pahuatlán reúne una rica herencia de los asentamientos aztecas, totonacas y otomíes. A pesar de ser un poblado pequeño, esta región goza de un atractivo paisaje, así como del orgullo de sus habitantes, quienes aún portan la colorida y tradicional indumentaria pahuatleca. Blusas bordadas a mano y tejidos de lana son parte de la vestimenta de las mujeres; mientras que los hombres, visten camisas de manta, sombrero de palma y huaraches de correa, siempre acompañados de un machete de cinta y una cotorina en temporada de invierno.
De acuerdo con diferentes reseñas históricas, la ciudad de Pahuatlán fue fundada en 1535 por frailes agustinos pertenecientes a las etnias náhuatl y hñnahñu (otomíes). Sin embargo, sus orígenes se remontan a tiempos prehispánicos, cuando la confederación de estados indígenas –conocidos como la Triple Alianza– invadió la región, convirtiendo a las comunidades pahuatlenses, en territorios tributarios de Texcoco y del rey poeta Netzahualcóyotl.
Años más tarde, la región sería nombrada cabecera municipal por decreto constitucional del estado (el 14 de febrero de 1861) bajo el nombre de Pahuatlán de Valle, en honor al general Leandro Valle, quien fue fusilado por el ejército conservador reaccionario luego de que, junto con las Guardias Nacionales, Valle y el coronel Antonio Téllez Vaquier organizaran contingentes armados para defender la región durante la Guerra de Reforma.
La palabra Pahuatlán es procedente de los vocablos nahuas pahuatl, “fruta” y tlan, “junto o entre”, que unidos significan “junto a la fruta” o “entre los frutales”.
Actualmente, los pahuatlenses habitan en la mayoría de los 68 municipios de la Sierra Norte de Puebla y, su intervención en la vida económica, política y social del estado, ha implicado la disminución de su control mestizo. Este grupo nativo de Mesoamérica y ancestro de los mexicas se remonta a la fundación de Pahuatlán.
Entre las riquezas artesanales de origen prehispánico que existen en Pahuatlán, está la producción del papel amate, el más antiguo del país. De una belleza milenaria, la elaboración de este material sigue cumpliendo con fines ceremoniales y en representación de los dioses de la región.
De acuerdo con la tradición chamánica, el amate no sólo cumple con un aspecto decorativo de gran valor, sino que forma parte de una serie de elementos curativos en los rituales de los brujos, ya que al ser códices con pequeñas figuras de los dioses de la tierra, el bosque, el viento y el agua, determinan las causas de las enfermedades y sus posibles remedios. Desde el mal de ojo, el espanto e, incluso el frío y el calor, los brujos pahuatlecas alivian diversos males para sanar el espíritu.
Sin embargo, visitar Pahuatlán se vuelve imperativo siempre y cuando se recorran cada uno de sus rincones de altura. Uno de ellos, es el Mirador de Ahila, una edificación natural que permite contemplar desde lo alto cada uno de los rincones de la ciudad y la variedad de aves. Incluso para los más extremos, el mirador te invita a descender de la cima de la colina en parapente o en downhill con bicicleta.
Una atracción más es el cerro del Cirio, éste se ha convertido en el lugar favorito de aquellos que practican montañismo y rappel, mientras que el puente colgante Miguel Hidalgo y Costilla, invita a capturar grandiosas instantáneas a 36 metros de altura encima del río Pahuatitla.
Al respecto, habría que mencionar el sinfín de actividades que se llevan a cabo cada año en la ciudad, entre ellas, el Encuentro Nacional de Voladores que se celebra en noviembre y al cual asisten danzantes de Papantla, Cuetzalan y Pahuatlán. Las Huapangueadas, realizadas al menos cinco veces al año, las cuales constan de un concurso de huapangos y sones huastecos típicos de la región; y, finalmente, la fiesta del Señor Santiago festejada por los pahuatlenses cada 25 de julio en honor a su santo patrono.
Por éstas y más razones, Pahuatlán es un lugar místico lleno de inmensas riquezas naturales y hogar de un legado cultural milenario. Al ritmo de un buen huapango, vayamos, pues, a visitarlo.