Negrita de mis pesares / Ojos de papel volando / Negrita de mis pesares / Ojos de papel volando / A todos diles que sí / Pero no les digas cuándo / Así me dijiste a mí / Por eso vivo penando. Se ha vuelto tradición que El son de la negra acompañe la entrada, siempre triunfal, del mariachi. Entonces, los corazones se aceleran, el patriotismo sacude los pensamientos, los cuerpos se alegran y las gargantas se llenan de tequila.
La palabra “mariachi” proviene de los indígenas cocas y significa “lo que suena a corrido”, “lo que suena en el cerro”, “violines del cerro” o “el indio está contento”. Se utiliza tanto para designar al grupo como al género musical aunque también ha servido para nombrar la tarima sobre la cual zapateaban los danzantes. (El origen que la mayoría de los investigadores rechaza es el del francés mariage, que significa matrimonio, el cual habrían dado los soldados extranjeros durante la Intervención Francesa.)
La cuna de esta tradición se localiza en lo que actualmente es Cocula, Jalisco, al suroeste de Guadalajara en la región Ameca. La raza coca, mezcla de otomíes y nahuas, habitó la región de Chimalhuacán. La música, el baile y el canto tenían un papel primordial para ellos. Sus antiguos habitantes llevaban a cabo danzas religiosas en honor de sus dioses acompañados de instrumentos como el teponaztli (palo hueco que sirve de tambor y que toma su nombre del ave cantora “clarín de la selva), el huéhuetl (tambor prehispánico tallado en madera y cubierto de cuero), caracoles, pitos y flautas.
De Cocula es el mariachi de Tecalitlán los sones de San Pedro su cantar de Tequila su mezcal y los machos de Jalisco afamados por entrones para eso traen pantalones.
Jorge Negrete
Al entrar en contacto con la cultura española, el mariachi comenzó a cobrar su forma actual en lo que a instrumentos se refiere: guitarra, guitarrón (es utilizado como contrabajo), violines, trompetas y vihuela (especie de guitarra de cinco cuerdas, redonda por atrás, la cual tiene un sonido muy alegre). A veces se agrega un arpa.
En sus orígenes, los mariachis vestían como campesinos. Su indumentaria constaba de huaraches (voz purépecha que significa cacle viejo), sombreros de palma, cotones (vestidura que cubre desde los hombros hasta la cintura) y calzones largos de manta. Pero en los treinta, el presidente Abelardo Rodríguez declaró a la charrería como deporte nacional y cuando hizo una fiesta con el mariachi de José Reyes, exigió que se vistieran de charros (voz que significa “hombre a caballo”), con lo que creó la imagen de estos sonoros personajes como los conocemos hoy en día.
La música del mariachi, además de ser una expresión de la cultura mexicana conocida a nivel mundial, ha sido interpretada por las mejores voces de México como Tito Guízar, Lucha Reyes, Jorge Negrete, Pedro Infante, Lola Beltrán, José Alfredo Jiménez, Miguel Aceves Mejía y muchos más. Y siempre nos acompaña: en nuestras alegrías, tristezas, amores, desamores, en las serenatas para conquistar a las enamoradas y siempre que exista una ocasión para festejar.
¡Viva México! ¡Ajúa!