Considerada una de las pintoras más importantes del arte mexicano durante el siglo XX, María Cenobia Izquierdo Gutiérrez, mejor conocida como María Izquierdo, no sólo se caracterizó por sus retratos, paisajes e imágenes intimistas y metafóricas sino también por destacar en el ámbito intelectual, formando parte de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) que lucharon en contra del imperialismo.
El camino no fue fácil para María Izquierdo. Se cuenta que, al igual que Frida Kahlo, la artista fue de las primeras en irrumpir con las restricciones impuestas por una sociedad machista en la que las actividades de la mujer estaban tradicionalmente confinadas a los roles de esposa, madre y ama de casa.
Estos hechos han sido ampliamente documentados. A ambas artistas les costó mucho trabajo abrirse brecha y ser reconocidas como pintoras independientes. En el caso de Frida Kahlo, por estar siempre a la sombra de la fama de Diego Rivera, y en el caso de María, a pesar de que su trabajo fue alabado por algunos colegas, cuando se le comisionó la realización de algunos murales del Palacio de Gobierno de la Ciudad de México, Rivera y David Alfaro Siqueiros emprendieron una campaña en su contra, descalificando su talento mientras justificaban “su falta de experiencia”.
Izquierdo nació en San Juan de los Lagos, Jalisco en 1902. Su infancia transcurrió en las ciudades de Aguascalientes, Torreón y Saltillo, ésta última fue donde tuvo su primer contacto con el arte en el Ateneo Puente. Con apenas 15 años de edad, sus padres la casaron con Cándido Posadas, un militar con quien procreó tres hijos. En 1923, la familia Posadas Izquierdo se instaló en la Ciudad de México, provocando que tiempo después María se divorciara de su marido. Para sorpresa de ella, descubrió en la capital una atmósfera de ebullición cultural que la llevó a ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), donde conoció a Rufino Tamayo y Rivera, entonces director de la ENBA.
Entre 1929 y 1933, estableció una relación sentimental con Tamayo con quien se vieron beneficiadas sus obras, gracias a la estrecha vinculación temática. Un año antes, abandonaría la Academia de San Carlos, debido a su espíritu inquieto e inconforme. Su primera exposición individual se llevó a cabo en 1929, sin mayor éxito, en la Galería de Arte Moderno del Teatro Nacional. Un año después, fue invitada por Frances Flynn Payne a mostrar su trabajo en el Art Center en Nueva York, donde se habían presentado previamente Tamayo y Orozco. Aquel viaje significó un gran paso para María, ya que ahí conoció al curador René d’ Harnoncourt, quien la integró a la muestra Mexican Arts en el Metropolitan Museum.
En 1948, y en pleno auge de su desarrollo creativo, María Izquierdo fue víctima de una hemiplajia que le paraliza el lado derecho del cuerpo y le hace perder el habla. Su declive físico culminaría con su muerte en diciembre de 1955, provocada por una embolia. Sus últimos años fueron, prácticamente, tristes, debido a la enfermedad degenerativa que la fue consumiendo lentamente. Actualmente, sus restos se encuentran en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores.
Dos años antes de su muerte, en 1953, María Izquierdo dijo: “es un delito ser mujer y tener talento”. En una sociedad que sigue mostrándose predominantemente machista, pareciera que las manifestaciones artísticas siguen siendo una puerta de escape, a un territorio ideal en México.