Como ya hemos mencionado, gracias a la información que nos proporciona el INALI (Instituto Nacional de Lenguas Indígenas), en nuestro país hay 364 variantes lingüísticas de 11 grandes familias lingüísticas, más del doble de las familias lingüísticas existentes en Europa. Tenemos una enorme riqueza que nos ha heredado un patrimonio monumental de ideas, expresiones y maneras de ver y enfrentar la vida. También tenemos palabras, miles de palabras, cientos de vocablos legados por todas esas lenguas, un sinnúmero de las cuales hoy son de uno mundial. Son palabras que describen sentimientos y objetos algunas veces desconocidos para el resto del mundo, palabras que suenan románticas, musicales, crudas, incomprensibles, pero que cargan trozos de nuestras filosofías, de nuestras cosmogonías, de nuestras tradiciones. Quisiera destacar algunas de ellas, unas pocas, que de tan usadas ya hasta fueron deformadas por la modernidad. En ellas descubriremos una parte de la musicalidad de nuestras expresiones.
- Iniciaremos con una deliciosa: APAPACHO, que viene del náhuatl papatzoa y que quiere decir abrazo profundo que toca el alma. Y como es evidente que todos lo necesitamos alguna vez, ahora que sabemos su significado, sería maravilloso usarla más a menudo.
- MITOTE: Se trata de una celebración ritual de los nómadas del noreste, la zona habitada principalmente por huicholes y coras. Es una mezcla de danza y desparpajo efectuados al entrar en trance a causa del peyote y el mezcal, un baile desordenado e incoherente. De ahí que se diga “eres mitotero” cuando andas como loco en todos los bailes y festejos.
- ESCUINCLE. Del náhuatl. Se refiere a un chamaco, pero la palabra viene de lampiño, en referencia al perro xoloescuintle que no tiene pelo. Entre nuestros antepasados, a quien no tenía pelo en barba y cuerpo se le llamaba escuincle, menor.
- CHOCOLATE. Del náhuatl xocolatl y del maya chocol ha. Un néctar de dioses que se tomaba fermentado, como una cerveza, y era picante. Generalmente se servía frío y en algunos sitios de manera muy espumosa. También se le consideraba (todavía) un afrodisiaco. La transformación a bebida dulce vino durante el encuentro con Europa.
- PAPALOTE. Una palabra hermosa que se le da a las cometas hechas de papel o tela y que significa mariposa, en náhuatl.
- PETATE. Un tejido de palma que aún sigue funcionando como cama, como tapete y en el pasado era incluso urna funeraria, ya que al difunto se le envolvía en él antes de ser depositado en la tierra, por eso se sigue diciendo petatearse.
- TIZA. Palabra náhuatl que proviene del yeso y que en muchos países se adoptó para llamar a la barra con la que se escribe en los pizarrones. Extrañamente, en México se usa más la palabra griega gis.
- JÍCAMA. Del maya chikam y del náhuatl xicámatl. Fruto que en realidad es una raíz o tubérculo, ideal para comer con sal y limón.
- HUIPIL. El maravilloso vestido de nuestra tierra, que tiene orígenes mayas, toltecas y náhuatl. Hoy se usa de manera genérica para casi cualquier vestido tradicional femenino, aunque en la antigüedad los hombres también usaban un tipo de huipil.
- CHILPAYATE y CHAMACO. Niños, aunque chilpayate se refería al niño pequeño, y chamaco a un niño más grande y más latoso.
- TIMBIRICHE es una palabra que proviene de los tarascos, de la lengua purépecha, y que significa racimo.
- ITACATE. Proviene del náhuatl itacatl, que quiere decir provisión. La versión antigua de la lonchera, muchas veces formada por pencas de maguey adelgazadas, que envolvían los alimentos para el traslado. Es común decir “me voy a llevar mi itacate”.
- PALERO. Viene del náhuatl palehuia, que quiere decir favorecer. El palero, como a veces le decimos al árbitro, es el que favorece.
- TOCAYO, también del náhuatl notocayo, que quiere decir “mi nombre”.
- CHÍPIL. Otra aportación náhuatl, tzipil, que significa un niño que quiere ser mimado. “Ando chípil” significa que estoy en busca de apapacho.
- CHIPOTE. De xixipóchtic, hinchado, el pequeño abultamiento surgido tras un golpe.
- TALACHA. Cuando se hace un trabajo duro y fatigoso. Proviene de “talacho”, herramienta parecida al zapapico y resultante de la combinación de palabras de dos orígenes: tlalli, tierra, y la palabra española hacha.
Éstas son sólo unas pocas, para abrirte el apetito por conocerlas. Algunas de estas palabras fueron obtenidas en el Diccionario del Náhuatl en el Español de México, una excelente obra coordinada por el escritor y traductor mexicano Carlos Montemayor, y que ha rescatado mucha de nuestra riqueza semántica.