Todos somos Ayotzinapa. Todos estamos condenados al olvido. Todos hacemos ruido en las redes sociales y pronto caeremos en las aguas del silencio. Todos somos los 43 estudiantes normalistas desaparecidos y todos exigimos que nos los regresen vivos. Todos condenamos a Enrique Peña Nieto. Todos condenamos a Ángel Aguirre. Todos condenamos a José Luis Abarca. Todos condenamos a la PGR. Todos condenamos a Guerreros Unidos. Todos condenamos al narcotráfico. Exigimos justicia. Exigimos seguridad. Exigimos un alto a la violencia. Exigimos mejores condiciones de vida. Hoy todos salimos a las calles a protestar. Damos un ultimátum a las autoridades todavía en la perplejidad ante los acontecimientos, frente al dolor de las innumerables fosas clandestinas. Lloramos al país. Lloramos esta realidad. Gritamos de desesperación, de impotencia, de rabia.
Y hacemos más ruido en las redes sociales, en las calles, en los noticieros. De pronto, todos queremos unirnos ante Guerrero y cambiar al país. Y, poco a poco, los encabezados en los periódicos irán cambiando. Y los normalistas de Ayotzinapa tendrán su propio lugar en otra fosa clandestina, donde se apilarán junto a los estudiantes de Díaz Ordaz, las muertas de Ciudad Juárez, la guerra contra el narco de Calderón, San Salvador Atenco, Aguas Blancas, Acteal, los niños de la guardería ABC, los migrantes de San Fernando…
Todos somos Ayotzinapa. Ahora sí estamos hasta la madre. La alternancia política sólo ha mostrado la decadencia política y ha pasado la corrupción de unas manos sucias a otras manos igual de sucias. Y de regreso, entendiendo que tampoco había alternativas. Mientras tanto, el sistema burocrático sigue funcionando para callar las voces de resistencia, para mantener un “pueblo oprimido”, para que todo pase y todo se olvide. Ahora sí estamos hasta la madre, sólo que cada día más nos acostumbramos a vivir así, hasta que se hace cotidiano. Al fin y al cabo no hay marcha que dure cien años y ni voz que después de un rato no se calle.
Nos damos cuenta, una vez más, que el país nos duele a todos. Pero no deberíamos de necesitar masacres para abrir los ojos pues duele todos los días, a todas horas y en cientos de contextos diferentes. No importa cuáles sean los titulares en las noticias, hoy y todos los días es imprescindible exigir (y, por supuesto, ser parte de la solución) un freno a la corrupción, mejores sistemas en la educación, mayor igualdad, mejores oportunidades de trabajo, mayor seguridad en todos lados. Exigir que nuestros representantes nos representen en lugar de buscar más agua para sus propios molinos. Hoy y todos los días es imperante proponer soluciones desde la sociedad civil. Y no, no tienen que ser motivadas por un secuestro, un asesinato o una masacre. Hoy, pase lo que pase, es necesario cambiar a México, trabajar por México, porque todos somos #México.