Desde que en 1854 Charles Darwin publicó El origen de las especies, sabemos que la característica de cualquier ser vivo en esta tierra es adaptarse a las condiciones que le rodean o morir. Sin embargo, hoy día cabe preguntarnos ¿a qué y para qué nos adaptamos? Pregunta que subyace y motiva la última novela de Rosa Beltrán, titulada El cuerpo expuesto (Alfaguara, 2013).
Esta novela teje las historias de dos biólogos, uno del siglo XIX, mejor conocido como el Padre del Naturalismo, y otro del siglo XX que se hace llamar “el último darwinista”, con un interés en común: la evolución de las especies. El eje que conduce la narrativa es la gran obra de Charles Darwin, cuyos postulados guían y surgen a modo de epígrafe en cada uno de los tres apartados de la novela: Adaptación, Conservación y Sobrevivencia. Los relatos de ambos biólogos se ubican temporalmente en posiciones extremas. La de Charles Darwin al inicio y la de “el último darwinista” al final de un línea temporal que, en un principio podríamos adjetivarla de evolutiva pero, conforme los capítulos avanzan, nos damos cuenta que esa supuesta evolución va en retroceso, es decir, nos encontramos ante la involución de las especies.
Los primeros capítulos entrecruzan las historias de estos dos científicos y los problemas a los que se deben enfrentar, debido a sus controvertidas teorías y planteamientos acerca de la evolución de los seres vivos. Por una parte tenemos a Charles Darwin, “el hombre de los ojos tristes”, personaje que nos es presentado desde un punto de vista distinto, es decir, más intimista y personal. El cuerpo expuesto nos adentra en la vida del “Padre del Naturalismo” y sus aportaciones a la ciencia desde las preocupaciones y sentires que le acarrea la publicación de su máxima obra. Rosa Beltrán nos muestra a Darwin desde su lado más humano, como un hombre solitario, ensimismado, introvertido pero, al mismo tiempo, observador y con una gran sed de conocimiento, lo que le permitió llegar a afirmar que toda especie es resultado de un proceso de adaptación y sobrevivencia del más adecuado, principio que nombró como selección natural.
Por otro lado, tenemos la vida de “el último darwinista”; un biólogo de nuestros tiempos, conductor de un peculiar programa de radio donde recupera casos de sus radioescuchas para comprobar que:
“Hemos empezado a involucionar. La civilización se acerca a la barbarie, porque los ejemplares más susceptibles de adaptarse al medio no fueron los ‘adecuados’ en el sentido en que todos lo quisimos creer, incluido el propio Darwin.”
Así, mientras el “hombre de los ojos tristes” en 1854 propone la teoría de la evolución, “el último darwinista” en 2013 concluye que más de un siglo después la especie más compleja y organizada, es decir, la humana se encuentra en un retroceso inminente. El cuerpo expuesto plantea dos caras de una misma moneda: la evolución y la involución de la humanidad, poniendo en el centro de la novela una problemática si bien latente en la actualidad, poco tratada y discutida en la literatura de nuestros días.
Es por ello que el gran acierto de Rosa Beltrán yace en tomar como base un texto y una tesis científica para evidenciar y dejar al descubierto las grandes problemáticas y contradicciones que la humanidad, la especie más y mejor organizada, padece hoy día. El cuerpo expuesto es una novela polémica que, como su título lo sugiere, deja al descubierto un cuerpo que como sociedad hemos querido cubrir, esconder, ocultar pues es la evidencia más tajante de los terribles daños y consecuencias de nuestra irremediable involución.
- Rosa Beltrán, El cuerpo expuesto, México: Alfaguara, 2013.